Tamaulipas tiene mucho qué decir en el drama de hombres, mujeres y niños que cruzan el estado en condiciones deplorables buscando un futuro que se vuelve una pesadilla.
Como reportera en Nuevo Laredo muchas veces me topé con esta realidad, mexicanos y extranjeros que dejan sus lugares de origen intentando formar parte del mundo desarrollado donde todos tengan oportunidades de bienestar.
En la década de los años noventa y ochenta ser migrante, al menos en Nuevo Laredo, no significaba formar parte de un grupo rechazado y estigmatizado. La población en esa ciudad fronteriza los acogía de la manera que podía, ayudándolos con algún dinero, dándoles un trabajo provisional mientras se regresaban a sus pueblos y ciudades o en tanto volvían a intentar cruzar sin documentos a Estados Unidos.
En esos años nadie se atrevía a acusarlos de ser delincuentes, porque ellos se comportaban respetuosamente pedían trabajo no dinero, recuerdo que el ayuntamiento hizo un programa de atención pagándoles el boleto de regreso a sus lugares de origen a quienes así lo querían.
El programa se mantuvo por años, no sé si exista ahora, lo que sí sé es que Tamaulipas continuamente es señalado en medios de comunicación internacionales como el sitio donde más vejaciones se cometen contra los migrantes.
El fenómeno escapa a todo control, a esta entidad llegan cientos y cientos de personas provenientes del interior del país y del extranjero, ¿qué tan dura será la realidad en sus hogares para que decidan exponerse a un peligro todavía más fiero como es perder la libertad, la seguridad e incluso la vida?
Leer que un grupo de migrantes fueron privados de su libertad y los mantenían en condiciones infrahumanas en Reynosa, forma parte de un tema repetido continuamente y para el que no hay respuesta de nadie.
No puedo evitar recordar a aquellas personas a quienes entrevisté a su regreso por el puente internacional número Dos en Nuevo Laredo, filas de hombres, pocas mujeres y menos niños cargando con sus escasas pertenencias mientras eran devueltos por la patrulla fronteriza a México.
Los rostros de esas personas cansadas, derrotadas. Recuerdo especialmente a un joven de Zacatecas de apenas 20 años llorando mostrando sus pies llagados por el calor. ¿Qué se le dice para consolar a un hombre joven que no tiene oportunidades en su país? No hay palabras.
Y esta semana el video mostrado en el periódico Hora Cero en el que se recorre la casa donde tenían a los migrantes encerrados, un sitio sin el mínimo de condiciones para vivir decentemente. Es de una tristeza mayúscula.
Sesenta guatemaltecos estaban ahí encerrados, la explosión dejó quemaduras en cinco de ellos, tres permanecían en el hospital hasta ayer, Domingo Mastum de 36 años, Ángel Diego Valdo de 16 y Pascual Izet de 31, detalla el periódico español El País.
Nombrar a los migrantes en las notas periodísticas, no dejarlos como un número más es empezar a cambiar la realidad a la que están sometidos. No son sólo una estadística, son personas con una vida, con una familia, con deseos y aspiraciones, eso es lo que los mueve a viajar miles de kilómetros en condiciones extremas.
Tamaulipas ha dado pasos hacia atrás en la atención a esta problemática, no hay alternativas, todo se reduce a localizar casi por casualidad esas casas donde los tienen en calidad de secuestrados para cobrar rescates.
A esta entidad le urge recomponer muchos aspectos y la migración nacional y extranjera es uno de ellos, no se puede continuar con la política de ignorar lo que sucede a nuestro alrededor porque está más que probado que cuando los problemas no se atienden debidamente al paso del tiempo la solución se vuelve casi imposible.
ASESINAN A REPORTERA
“Tres estados del país, Tamaulipas, Veracruz y Michoacán concentran el 65 por ciento de los casos de periodistas desaparecidos. El 96 por ciento trabajaban en temas de corrupción y delincuencia con posibles autoridades involucradas”, asegura la organización civil Artículo 19 en el portal Animal Político.
A esa cifra hay que agregar el asesinato de la periodista veracruzana Anabel Flores Salazar quien fue secuestrada por un grupo armado en su domicilio en Orizaba y el martes se encontró su cuerpo abandonado en una población del estado de Puebla.
Una raya más al tigre del gobernador veracruzano Javier Duarte.
Correo electrónico: derrotero@hotmail.com
Twitter: @derrotero_mx
Discussion about this post