Por séptima ocasión un Papa visita nuestro país. San Juan Pablo II fue el primero que visitó tierra mexicana en enero de 1979, en una decisión increíble que, años después, fue confirmada como un regalo del Presidente José López Portillo a su madre, una católica fervorosa cuyo deseo explícito enfrentó a su hijo con el Lic. Jesús Reyes Heroles, entonces Secretario de Gobernación, que se oponía a recibir al líder eclesiástico porque México es un Estado laico y en aquellas fechas no teníamos relaciones diplomáticas con el Vaticano, las cuales se normalizaron con Carlos Salinas de Gortari en 1992.
Como siempre, en un principio López Portillo negó que él hubiera promovido el viaje de Juan Pablo II, recién electo Papa en octubre de 1978, y fue la misma postura adoptada por los más encumbrados políticos de fines de la década de 1970, pero a la vuelta de los años algunos ex funcionarios públicos y el propio ex Presidente priísta aceptó que sí había sido él quien movió los hilos a fin de recibir tan histórica visita con el propósito de respetar la religión de su señora madre y llevarla a estar cerca del representante de Cristo en la tierra, de acuerdo con la creencia de los católicos.
No hubo protestas de los jacobinos ni resistencia de los comecuras o enemigos de la Iglesia ni de los fanáticos del Estado laico. Nada. El que estaba atrás de este magno evento era el señor Presidente y Jefe de las Fuerzas Armadas de México. Así que había que “apechugar”. Ya después se realizaron movimientos en el gabinete y el Lic. Jorge Castañeda se hizo cargo de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Pero por lo pronto hubo que sumarse al coro popular que explotó de alegría al paso del Papamóvil y al escuchar los mensajes de Juan Pablo II, quien repitió sus visitas cinco veces más, en tanto que Benedicto XVI llegó aquí en una ocasión.
Ahora es Jorge Mario Bergolio, Papa Francisco, el que trae alborotada a gran parte de la clase política y a los millones de católicos con su llegada el próximo 12 de febrero y su partida desde Ciudad Juárez el día 17. Pero él tiene la ventaja de hablar de origen el español, por ser argentino, lo que le permite un contacto más directo con sus seguidores mexicanos, contrario al esfuerzo del polaco Karol Woltiwa y del alemán Joseph Ratzinger para comunicarse con fluidez y pronunciar sus discursos con el acento que identifica a emisor-receptor.
Además el inteligentísimo Jorge Mario Bergolio se ha echado a los feligreses a la bolsa con su carisma en el trato a todo mundo y su espontánea sonrisa que no esconde su fuerte carácter a la hora de defender sus convicciones y hacer severos señalamientos sobre temas muy controversiales como el de la aceptación en la Iglesia de los divorciados y vueltos a casar o de los homosexuales, así como sobre el perdón a quienes hayan cometido aborto y la condena contra los clérigos pederastas y sus aberraciones por el abuso infantil.
El Papa de la Paz y la Misericordia no tiene empacho en subrayar también los actos de los criminales de la droga y de la trata de personas, clamando el fin de la violencia en el mundo al mismo tiempo que pide respeto a los derechos humanos de los migrantes. Y es ahí donde se espera el meollo del mensaje que pronunciará en Ciudad Juárez, pues es bien sabido que no solamente en Estados Unidos sufren discriminación y abusos nuestros paisanos sin papeles, tan atacados por Donald Trump hoy por hoy, sino también aquellos que recorren el territorio mexicano desde Centroamérica en busca de un mejor nivel de vida.
El espíritu jesuita y el sentido de rebeldía de su fundador Ignacio de Loyola ha marcado los primeros años de pontificado del Papa Francisco, y aunque viene con un claro carácter pastoral a visitar a los más necesitados e indígenas, se le dará también el trato de un Jefe de Estado, sin descartar el oportunismo político de muchos más papistas que el Papa, aunque es de aplaudirse que no haya aceptado él mismo presentarse ante el Congreso Mexicano, como sí lo hizo en los Estados Unidos hace meses.
Es un Papa de gran popularidad en tiempos de la comunicación digital, y por eso es el que más seguidores tiene en Twitter, pues en español suman poco más de diez millones y en inglés unos 8 millones 500 mil. Y así protesten los que no están conformes con que no permita los métodos anticonceptivos y menos el aborto o los que lo acusan de anticuado por no autorizar las bodas de homosexuales, él es todo corazón para todos y no se esperan ni escándalos ni manifestaciones callejeras en contra porque son mayoría los que están eufóricos con su visita.
Viene en plan austero, casi de “raid” en el avión de Alitalia, porque con lo que pagan los periodistas su billete sale casi gratis, y no gusta de nada especial en la nave, pues solamente un asiento cómodo para descansar es lo que requiere en las once horas de vuelo. Y ojalá los millones de católicos que estarán al tanto de donde vaya, lo que haga y lo que diga se prenden de sus virtudes y practiquemos sus enseñanzas. Si no, todo quedará en el mero folkore de una fiesta pasajera y al final no habrá valido la pena tanta inversión de tiempo y recursos si no vamos a practicar sus consejos y a mejorar en todos los órdenes de la vida.
No es México entero practicante del catolicismo. Está en descenso el número de creyentes en la Iglesia que representa el Papa. México es un Estado laico. De acuerdo. Pero por ahora debe respetarse a quienes gozan con la presencia de Francisco. Después de todo viene como Mensaje de Paz y de Misericordia. Bienvenido el que viene en el nombre del Señor.
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