Estamos inmersos en un mar de política. En forma gradual, y a veces dramática, se van definiendo quienes habrán de participar como candidatos por los diversos partidos o institutos políticos.
Hay muchas realidades a vencer, una de ellas es el hecho de que las últimas elecciones se han definido sólo con el 40 por ciento de participación electoral, que, visto desde la perspectiva de las cantidades que se erogan, el costo de nuestra democracia es estratosférica.
La democracia mexicana es la más cara del mundo; el año pasado se gastó casi cinco mil 500 millones de pesos y este 2016 la cifra será de cuatro mil 31 millones. Si dividimos esta cantidad por el número de personas que emiten su voto, el costo por voto se eleva de una forma dramática.
Como dirían las abuelas cuando nos advertían de algún mal inminente como consecuencia natural de nuestro mal comportamiento: “Después no vayamos andar llorando”.
Para este periodo de silencio, en marzo, recomiendo la cuarta temporada de la serie “House of Cards” por Netflix, donde el brillante actor Kevin Spacey personifica al político Frank Underwood, quien es un personaje que llega a la presidencia de su país y donde pretenden proyectar algunas de las conductas de los políticos en Estados Unidos que pudiera ser extendida a los políticos de cualquier país. La temporada nueva inicia el viernes 4 de marzo, ampliamente recomendada para quienes aman la política.
Otra recomendación reiterada es la lectura de un cautivador libro.
En días pasados, me sedujo el poder semántico y el contenido político e histórico del maestro José Elías Romero Apis en su libro “El Jefe de la Banda”, donde podremos encontrar anécdotas muy diversas de los presidentes que hemos tenido en la etapa constitucionalista de nuestro país, es decir, desde Venustiano Carranza hasta Felipe Calderón. Es un libro de obligada consulta, donde decifra muchas de las tradiciones de quienes han ejercido el poder presidencial, usos y costumbres, sus filias y sus fobias, sus referencias matrimoniales, en algunos de ellos sus referencias extramatrimoniales, sus cuates, sus cuotas, un análisis muy riguroso del poder en México. Nos llevará a entender el por qué de muchas conductas de los hombres que nos han gobernado, y muy probablemente a entender a los que ahora nos gobiernan.
Rescato de dicha lectura un fascinante diálogo entre el autor del libro, en sus años mozos, con el presidente Miguel Alemán. Nunca se había redactado algo así, tomando como base fuentes de primera mano, y para muestra este pequeño botón literario, donde el presidente en aquel entonces hacía un parangón entre la política y las mujeres.
Definición de la política de Miguel Alemán Valdez.
La Política es como una mujer, y como toda mujer esta equipada con algunas cualidades y virtudes y atrofiada con algunos vicios y defectos.
La Política es una mujer celosa que no tolera nuestros devaneos y distracciones. Es una mujer absorbente que nos demanda lo que más puede de nuestro tiempo y de nuestra atención.
Es una mujer interesada que más nos prefiere cuando estamos mejor. Es una mujer ambiciosa que nos exige que le entreguemos y le invirtamos casi todo lo que tenemos.
Es una mujer infiel que a nuestro menor descuido nos hace pendejos.Es una mujer ingrata que con frecuencia desconoce nuestras entregas y sacrificios. Es una mujer cruel que nos daña sin que lo merezcamos.
Ahora bien esa mujer llena de atrofias tiene muy pocas cualidades.
Quizá sólo tenga una o dos que debemos tomar en cuenta.
La más importante es que es muy bonita. Es la mujer más bonita que pudieras llegar a conocer o imaginar. Todas sus lineas son impecables. Todas sus proporciones son perfectas. Tan sólo el verla es un gran placer para muchos. Tocarla es todo un privilegio.
Por eso, las ocasiones en que un mortal puede abrazarla, besarla y morderla, bastan para justificar toda una vida aunque seamos conscientes de su volubilidad, de su inconstancia y de su insinceridad para con nosotros.
Sentir que uno mismo es su elegido, aunque sea temporal, justifica toda nuestra existencia. Imaginar que se quedará con nosotros para siempre, es toda una esperanza. Por esas noches en su lecho y en sus brazos, aunque tan sólo sean unas cuantas, pierden importancia todos los esfuerzos y sacrificios que sufrimos en el ayer y todos los abandonos y soledades que sufriremos en el mañana.
Esos instantes de poder, de fama y de luz son el afrodisiaco más erótico y más orgásmico que puede existir. En ello reside la otra de sus virtudes. La de la exclusividad y la unicidad. Ese placer sólo lo puede producir esa única mujer, que se llama la politica, y ninguna otra.
Por eso, ni la sobrestimes ni la mal juzgues. No te entregues con ella ni a las alegrías ficticias ni a las tristezas pasajeras. Cuando se te entregue disfrútala, pero sin olvidar que mañana estará en los brazos de otro. Que no te vaya a lastimar porque cambió de nido. Que no vayas a agredir a tus amigos porque, después de ti, se fue a entregar a ellos. Es muy posible que, cuando llegó a tu alcoba y a tu vida, también traía en la boca el sabor de un amigo tuyo que ni se enojó ni te ofendió por ello. Conserva, en esos momentos, tu seriedad, tu serenidad, y tu seguridad.
Pero, también, cuando se te esconda y te humille, piensa que quizá la noche de mañana esté implorando tus besos. Que si hoy te prometió llegar y te dejó esperando, así lo hizo con otros cuando corrió hacia tí y no sería raro que lo volviera a hacer porque se acuerde que todavía hay algo que le faltó disfrutar contigo. Por eso puedes estar seguro de que no se va a entregar eternamente a uno sólo. Ella es de todos y es de nadie.
Como sucede con todas las mujeres, ésta también tiene instantes de esplendor y tiene otros deplorables, frente a los que tienes que estar prevenido para calcular tus distancias. Hay momentos en que la mujer está plena de fragancia, de limpieza y de brillo. Que ha tomado sus baños con aguas aromáticas. Que se ha agregado esencias y bálsamos. Que su piel está húmeda, sus cabellos peinados, su boca aromática, sus ojos límpidos, sus uñas pulcras y sus humores remitidos. Esos son los momentos para acercarse sin el riesgo del asco.
Pero, hay otros momentos nauseabundos que invitan a la basca. Que son los momentos en que esa preciosa mujer que se llama la política está llena de mugre, de fetidez y de pestilencia. Que le asoman el sudor, los mocos y las lagañas. Que su pelo esta desgreñado, sus dientes sucios y sus uñas enegrecidas. Que sus únicos olores son los de su halitosis, los de sus fecalidades y los de sus calamidades femeninas. En esos momentos no debes acercarte a la política por bella y por seductora que ella sea. Por más que te invite, por más que suplique, ni por más que te pague.
Esperemos que esta pequeña referencia haya sido ilustrativa y aportativa para usted, gentil lector.
Por ahora es todo.
El tiempo habla.
Discussion about this post