De entrada me disculpo ante todas las personas que pudieran ofenderse por el uso de la palabra “jodidamente”, sin embargo, y ya que estamos entrados en eso de indignarnos, ojalá también les enoje lo que voy a enumerar.
Porque algo anda jodidamente mal cuando Policías Estatales armados con fusiles de asalto y con el rostro cubierto con un pasamontañas, “revientan” una huelga de obreros que sólo están exigiendo respeto a sus derechos.
¿O acaso a la gente ya se le olvidó que hace muchos años hubo algo llamado la Huelga de Cananea, donde hubo quien pensó que era una buena idea mandar soldados armados a “reventar” una protesta de trabajadores?
Quizás no estén de acuerdo conmigo, pero creo que algo anda jodidamente mal cuando algunos compañeros periodistas, quienes en ocasiones me provocan vergüenza de pertenecer al gremio, creen que está bien descalificar a un movimiento obrero con el argumento de que están “infiltrados” por militantes de Morena.
Si eso fuera un crimen ¿por qué nadie se molesta por la abierta militancia priista de su supuesto “líder” sindical, Javier Hernández Salas, quien ni siquiera tuvo la vergüenza de dar la cara ante los obreros inconformes no obstante que ellos, con sus cuotas, mantienen su envidiable estilo de vida?
Algo anda jodidamente mal, cuando el Gobierno del Estado prefiere “reventar” a como de lugar los legítimos reclamos de los trabajadores sólo para poder mantener el espejismo de que Reynosa es un paraíso para la llegada de la industria maquiladora.
Ojalá así como reaccionaron de rápido lo hubieran hecho para perseguir y castigar a los inversionistas extranjeros quienes un día decidieron desaparecer de Reynosa, dejando sin empleo y patrimonio a cientos de trabajadores… que yo recuerde esas demandas laborales siguen en el limbo.
Podría seguir mencionando las cosas que, a mi humilde opinión, están jodidamente mal en esta ciudad: los cortes de agua, la calidad del líquido que distribuye la Comapa, los decomisos de autos “chocolate”, el hecho de que aquellos que están multando ni siquiera tienen la delicadeza de ponerle láminas a sus patrullas y decenas de cosas más.
Sin embargo, tampoco se trata de escribir volúmenes y volúmenes de quejas y, además en un triste ejercicio, hay que aceptar que en esta ciudad quejarse sólo sirve de desahogo, pues a nadie le importa que las cosas anden jodidamente mal.
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