Ciudad Victoria, Tamps. / Agosto 2.-
El consumo de drogas y alcohol, la disfunción familiar y la imitación de conductas, son algunos de los patrones que especialistas y religiosos han detectado que se repiten en el caso de los seis suicidios que han ocurrido en una vivienda de esta ciudad.
La madrugada del 17 de agosto de 2008, el domicilio ubicado en la manzana 35 lote 19, de la colonia Ampliación Luis Echeverría, comenzó a marcarse por la tragedia, con el suicidio de Isaías Carrizales Mora.
Desde entonces a la fecha, en un fenómeno jamás visto en Tamaulipas, en una misma casa se han quitado la vida cuatro hermanos, el padre de ellos y un vecino de la familia. Todos se han ahorcado.
En la calle Río Palmas, al pie de la Sierra Madre, se percibe un ambiente raro, de temor, dolor y tragedia. Es un caso que ha estremecido a todos los habitantes de la ciudad.
Después de Isaías, también se quitaron la vida sus hermanos Érick Itsari y Gilberto, el 20 de septiembre y el 1 de octubre de 2008, respectivamente, señalan las autoridades.
Luego siguió su vecino Francisco Bernardo Martínez García, quien fue hallado ahorcado en el patio, el 27 de octubre de 2008.
Cuando ocurrió el suicidio de Bernardo ninguno de los habitantes lo podía creer. “¡No puede ser!, ¡no es posible!”, gritaba una vecina cuando se enteró del nuevo caso.
“¡Es una maldición!”, agregó otra persona. La directora de Orientel, Érika Villanueva Soriano, aseguró que para entonces, personal a su cargo acudió al lugar de los hechos a fin de tratar de apoyar sicológicamente a los familiares que habitaban en ese domicilio.
Explicó que acudieron a la vivienda, pero al intentar dialogar con el jefe de la familia, Aureliano Carrizales González, éste se mostró renuente. No quiso recibir apoyo sicológico.
“Nos pusimos en contacto con la familia cuando se habían suicidado dos integrantes y un amigo. Todavía vivían el padre, la hija y un pequeño y se les ofreció la ayuda. Se les explicó de que se trataba y la chica nos pidió que ya dejáramos a su familia en paz, ellos rechazaron la ayuda”, afirmó Villanueva Soriano.
Quien los atendió fue Gladys Adriana, quien relató la angustia y la tensión que les causaba la situación, incluso, explicó que muchos vecinos se referían a su familia como “los suicidas”, o “los de la casa maldita”.
La presidenta del Instituto Tamaulipeco de la Mujer, Yoliria Joch González, coincidió que la familia se negó a recibir apoyo. “No se brindó atención, no hubo acercamiento porque no quisieron recibir a ninguna autoridad”, aseguró Joch González.
El reportero de EL UNIVERSAL también tuvo una experiencia similar al acudir al domicilio. “No queremos saber nada de la prensa”, dijo entonces Gladys. “Cuando salgo a trabajar, tengo temor de que suene el celular por miedo a que sea otra mala noticia”.
Irónicamente, la siguiente mala noticia fue de ella. El 13 diciembre de 2008 la joven fue encontrada ahorcada.
La cuenta trágica no se detuvo ahí. Don Aureliano Carrizales también decidió seguir el camino de sus hijos y a sus 56 años se ahorcó con un mecate la madrugada del domingo 7 de junio del 2009.
Lo encontró su hijo Jesús, quien rápidamente cortó la cuerda con un cuchillo, para luego trasladar a su padre al Hospital Civil. Pero el intento por salvarlo fue inútil.
“¡No lo puedo creer!”
Nuevamente surgieron los comentarios de toda índole: “No lo puedo creer, ya es mucha tragedia en esa vivienda”, dijo una señora ante el suceso. “Deben hacer una misa ahí o nosotros rezar mucho”, añadió otra.
En el interior de la casa se improvisó un pequeño altar, donde hay veladoras e imágenes religiosas, junto a las fotos de los suicidas.
Aunque no hubo misa, si se realizó un culto evangélico en la azotea de la vivienda, mismo que encabezó el pastor del Centro Cristiano Getsemani, Obed Gerónimo Zúñiga.
“Nosotros acudimos con varios integrantes de nuestra comunidad, se realizó una noche de oración que le llamamos Rompiendo la maldición del suicidio”, indicó Zúñiga.
Explicó que la serie de suicidios han ocurrido porque el primero que se ahorcó era un líder entre los demás. “Lo querían mucho y cuando andaban borrachos o drogados, decían, yo voy a seguirlo”, detalló.
“Si se hace una investigación a fondo encontramos como principal patrón que estaban drogados o borrachos, ninguno andaba en sus cinco sentidos. Aunado a que pertenecen a un hogar disfuncional. Siguen como una cadenita y sin apoyo espiritual”, dijo.
Consideró que el trabajo en este caso, es muy complejo y que de los jóvenes, el único que a veces se acerca al templo, es Jesús, el adolescente que está vivo.
Afirma: “La única forma de cerrar la puerta a todo esto, es acercándonos a Dios”.
Hogar disfuncional
Los vecinos coincidieron con información recopilada por Orientel, sobre que parte de la disfunción de la familia se originó porque la mamá Juana Mora Castillo se fue del hogar.
“Ahora está ahí y ha regresado porque ha venido a los funerales”, comentó una vecina. Opinión que fue apoyada por otras señoras.
Rosa Gallegos, la mejor amiga de Juana, lamentó el dolor intenso que ha vivido la señora: “A nadie se le desea una tragedia tan grande, muerto tras muerto y dolor tras dolor”.
Explicó que las autoridades no la han ayudado y que los vecinos se organizan para pedir apoyo económico, “porque la señora está bien endeudada por tanto velorio”.
El sociólogo y catedrático de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), Luis Humberto Garza Vázquez, expuso que sí impacta la cercanía y las vivencias con ciertas personas. “El hecho de que un miembro de la familia o de una pandilla, ocasiona que entre los pares comience a rondar la idea suicida y luego, en un momento dado, viene el acto”.
Reacciones por imitación
Explicó que a estas reacciones se le denomina cara a cara, y son “reacciones por compartir situaciones”. Dijo que indudablemente comienzan a manejar la creencia de que el suicidio es una opción para solucionar los problemas que se les presentan en la vida”.
—¿A qué se atribuye esta situación?
—Un punto muy importante, es que se trata de una familia disfuncional, que tenía presencia de alcoholismo, drogadicción, violencia, hacinamiento, promiscuidad, y todo eso son indudablemente factores que pueden llevar a una persona al suicidio.
El sociólogo opinó que los organismos gubernamentales y no gubernamentales deben realizar acciones de prevención.
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