Acaba de aparecer el testimonio de una vida empresarial dedicada a remediar la pobreza: Out of poverty de Paul Polak (de venta en Amazon). El subtítulo (What works when traditional approaches fail) y la solapa (A proven solution to world poverty) más bien inspiran desconfianza. Pero los avales y reconocimientos son tales que invitan a curiosear, y finalmente a leer de cabo a rato las 220 páginas. Es un libro optimista y convincente sobre los 800 millones de personas que viven con un dólar diario o menos.
Es difícil imaginar cómo se puede vivir con tan poco dinero. Polak prefirió no fantasear. Desde hace muchos años los visita, platica con ellos, les pregunta cómo le hacen y (lo más asombroso de todo) no los compadece: ¡los trata como clientes! Trata de pensar qué medios de producción pudiera venderles, y los ha ido encontrando. Por ejemplo: una bomba de agua sin motor, que se mueve con dos tramos de bambú como pedales (poniendo todo el peso del cuerpo, primero en un pie y luego en otro, como en las máquinas para hacer ejercicio). Pueden verse videos en YouTube.com, bajo treadle pump. Requiere mucho trabajo: de dos a seis horas diarias de pedaleo. Pero la vende en ocho dólares (y cuesta otros 25 perforar para instalarla) en Bangladesh, donde hay agua cerca de la superficie y mucha gente desocupada. Ha vendido dos millones.
Polak no es diseñador, ni trabajador social, sino empresario. Lo que hace es estudiar el mercado y definir qué tipo de producto podría tener éxito. La bomba fue diseñada por un ingeniero noruego, pero Polak no se quedó en el diseño. Desarrolló una red de productores, distribuidores e instaladores locales. Contrató a cirqueros ambulantes para que compusieran una canción sobre la bomba, la cantaran en ferias pueblerinas y repartieran volantes sobre el distribuidor más cercano. Patrocinó una película donde la bomba es parte de la trama, y la exhibe en camionetas, de pueblo en pueblo.
Polak llegó de niño a Canadá con sus padres, que huyeron de Checoeslovaquia en 1939. Llegaron, como se dice, con una mano adelante y otra atrás. A los doce años fue bracero en campos agrícolas, y a los quince se lanzó a sembrar por su cuenta, asociándose con un granjero que tenía un pedazo de tierra disponible. Pero entró a la universidad, se graduó como psiquiatra y atendió una vez a un paciente que vivía en la calle. En vez de escucharlo en su consultorio, empezó a acompañarlo en sus vagabundeos y dificultades para vivir. Pronto imaginó posibles microempresas manejadas por vagabundos para vagabundos. Por ejemplo: un servicio de cajones con llave para guardar sus cosas. Algo que nadie (desde un escritorio remoto) hubiera pensado que hacía falta.
Así acabó en Bangladesh vendiendo sistemas de irrigación para minifundistas dedicados a la siembra de temporal. ¿Cómo hacer que ganen otro dólar diario, por lo pronto? Con una cosecha adicional, fuera de temporada, de algo con buena demanda y buen precio, como ciertas verduras. Pero, ¿de dónde sacar agua cuando no llueve, con inversiones microscópicas? En primer lugar, de la lluvia, almacenándola en grandes salchichas de plástico sumergidas en la tierra, que cuestan muchas veces menos que los aljibes. En segundo lugar, con una bomba de pedal que la extrae de esa reserva (o de un pozo, o de un arroyo cercano) y la sube a una barrica de plástico, elevada un metro. Desde ahí, baja lentamente al sembrado, con tubos de plástico perforados para riego por goteo, más baratos que los sistemas motorizados.
El Copper-Hewitt National Design Museum de Nueva York presentó una exposición con los productos que ha desarrollado y otros semejantes. El catálogo (Design for the other 90%, de venta en Amazon) muestra en la portada una especie de popote grueso que es realmente un filtro para beber a salvo de aguas cenagosas. Muchos de los equipos que ofrece Polak fueron diseñados por otros, y promueve que las escuelas de ingeniería y diseño industrial desarrollen medios de producción baratos. También asesora a trasnacionales que quieran comercializarlos.
Polak recibió de la revista Scientific American el premio Top Fifty 2007 por su liderazgo en política agrícola. La Fundación Gates le acaba de dar 27 millones de dólares para que desarrolle la microirrigación en la India. Sobre International Development Enterprises, que fundó en 1981, hay información en Google, Wikipedia y YouTube.
No hace falta añadir que la microirrigación es aplicable en México. Pudiera combinarse, por ejemplo, con los proyectos de reforestación o con la siembra de jarofa, cuyas semillas producen biocombustibles.
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