Lejos está la sucesión presidencial de 2018, sin embargo la catástrofe del PRI el pasado 5 de junio al perder la gubernatura en siete Estados, puso a Andrés Manuel López Obrador en un posición envidiable, además de vulnerable, ante la perversión del PRI-AN que buscará derrotarlo.
El PAN y el PRI querrán una alianza no con un único candidato, sino traicionándose ellos mismos, con el objetivo de propinar al tabasqueño su tercera derrota en busca de la presidencia.
Ya pasó una vez en 2006 con Francisco Labastida Ochoa, cuando su partido lo dejó solo y los votos de militantes y simpatizantes del Revolucionario Institucional favorecieron a Felipe Calderón Hinojosa.
Porque se trataba de impedir a como diera lugar, con el patrocinio desde Los Pinos del locuaz Vicente Fox Quesada, que AMLO pudiera encabezar un gobierno populista, colgándole la falsa etiqueta de “un peligro para México¨.
Esa nueva amenaza resurgió de los pantanos, cuando en las pasadas elecciones su partido Morena no solamente ganó delegaciones de la Ciudad de México que estaban en poder del PRD, sino que tuvo asambleístas en la misma CDMX y tuvo avances relevantes en Veracruz, entre otras entidades.
Con la llegada a la presidencia perredista de Alejandra Barrales, discípula de López Obrador cuando fue jefe de gobierno, es factible que el Sol Azteca sepulte de una vez por todas cualquier alianza con el PAN, como era la insistencia de su antecesor, el neolonés Agustín Basave Benítez.
Una izquierda unida con Morena, PRD, PT y Movimiento Ciudadano, es una gran amenaza para el PRI-AN.
Nunca, ni cuando Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano disputó la primera vez la presidencia a Carlos Salinas de Gortari en 1988, la izquierda mexicana acaricia llegar a Palacio Nacional en do años más… pero unida y sin traiciones.
Impedir ese gran bloque ya es un asunto de Estado. Mientras los principales aspirantes priistas siguen siendo Miguel Angel Osorio Chong, Manlio Fabio Beltrones, Aurelio Nuño y José Antonio Meade.
Enfrente están Ricardo Anaya y Margarita Zavala, nadie más, porque al gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, delfín en su tiempo de la maestra Elba Esther Gordillo, le harán manita de puerco.
Como simple observador o testigo de dudosa calidad estará Enrique Peña Nieto quien, para un segmento importante de “cardenales” su partido, no es un presidente del PRI, sino un presidente… de la República: ayuda más si estorba menos.