Cada cuatro años los mexicanos somos presa fácil de las televisoras -las principales ganadoras con el dinero de los aficionados-, pues nos recetan campañas de publicidad que nos taladran el cerebro, al grado tal que nos convencen de que la selección azteca en turno será campeona mundial, como pasó esta vez en Brasil 2014.
Cada cuatro años otros que también ganan son los comerciantes formales e informales, porque para todos los gustos, bolsillos y precios hay cuando se trata de no estar fuera de la moda mundialista y comprar la playera original de la selección, o una ‘pirata’ adquirida en cualquier esquina de avenida.
Pero se nos olvida cada cuatro años que México es de clase C, de selecciones que son comparsa de las potencias que califican a una Copa Mundial de Futbol, pero ante tanto bombardeo publicitario olvidamos nuestro tal nivel, y me incluyo.
Las privilegiadas, las de clase A son las representaciones nacionales que antes, durante y futuros campeonatos, siempre están obligadas a ser campeones, y cualquier otro resultado es un fracaso: Argentina, Brasil, Alemania e Italia.
Abajo está el casillero que integra la clase B, con cuatro campeones mundiales y una más que ha sido tres veces subcampeona: España, Inglaterra, Uruguay, Francia y Holanda.
Y luego vienen las selecciones clase C, como Costa de Marfil, Argelia, Polonia, México, Estados Unidos, Costa Rica, Chile,
Croacia, Portugal, Ghana, Nigeria, Dinamarca, Paraguay y un montón más que nunca han trascendido en los Mundiales.
Salvo gratas y gloriosas excepciones como dos títulos mundiales de la Sub17 y el oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, la selección mayor llegará a Rusia 2018 como un representativo clase C.
Porque para la próxima Copa Mundial habrán pasado 28 años sin que México llegue a unos cuartos de final. Penoso, sin jugar el ansiado quinto partido. La verdad aunque duela.
Y las esperanzas estarán centradas en un pintoresco entrenador, Miguel “Piojo” Herrera, el menos culpable del nuevo desencanto brasileño, porque tomó las riendas de un grupo en la agonía de la casi eliminación.
Aspirar a subir peldaños. Salir de la clase C y alcanzar la B, seguramente pasarán muchas generaciones, y millones de aficionados aztecas de esta época ya estarán bajo tierra.
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