Cd. de México.-
La economía mexicana demandó dólares por 15 mil 449 millones durante la primera mitad del año, de acuerdo con la cuenta corriente de la balanza de pagos que elabora el Banco de México (Banxico).
El flujo demandado equivale a 3% del Producto Interno Bruto (PIB), se trata de la mayor proporción desde el primer semestre de 1994 para un periodo similar, cuando entonces se registró 5.4% del PIB.
La demanda fue de 7 mil 852 millones de dólares en el segundo trimestre y de 7 mil 597 millones en el primero, lo que suma 15 mil 449 millones en la primera mitad de 2016.
La balanza de pagos es la contabilidad que hace Banxico sobre la entrada y salida de dólares en el país, fuertemente asociada al tipo de cambio a futuro, y sus principales determinantes son la cuenta corriente y financiera.
La cuenta corriente, como usualmente se le llama a la demanda de dólares de México, fue financiada por la cuenta financiera, que representa la inversión productiva y financiera de extranjeros en el país.
Los flujos en la cuenta financiera equivalieron a 20 mil 409 millones de dólares en el primer semestre, semejante a 3.1% del PIB.
Sin embargo, la diferencia entre la cuenta corriente y financiera fue de apenas 9 puntos base a favor de la segunda, se trata de la menor holgura desde 2009 para un primer semestre.
El comportamiento del déficit de la cuenta corriente fue motivo de preocupación para el banco central la última vez que subió tasas, el 30 de junio pasado.
Ese día Banxico aseguró que se mantiene vigilante “del déficit de la cuenta corriente”. La mención fue relevante para los mercados, pues la autoridad nunca había señalado el comportamiento de dicho indicador en el último párrafo del comunicado: el más relevante.
“… Las condiciones externas se han deteriorado de manera importante, situación que puede afectar adversamente el comportamiento futuro de la inflación”, agregó en su informe.
El tipo de cambio tiene incidencia directa sobre la inflación y de acuerdo con el artículo 28 de la Constitución, Banxico tiene como objetivo prioritario “procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional”, es decir, velar por la estabilidad de precios o una inflación baja.
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