Sin duda ayer fue un día trascendental para México.
La victoria de nuestra selección no sólo fue un triunfo del país entero sino que representó una dosis completa de energía, fe y bastante corazón para los millones de mexicanos que estamos al pie del cañón apoyando incondicionalmente a once jugadores que hoy demuestran que se la están “rompiendo” dentro de la cancha.
¡Al parecer muchos leyeron mi columna antepasada! Veo que El Chapulín Colorado y El Chavo del Ocho fueron inspiración suficiente para que dieran alma y corazón en el terreno de juego.
Me queda claro que la Copa del Mundo es el evento más importante este año, que todos los ojos están puestos en Brasil y que el futbol es una manera amena de no pensar en los problemas cotidianos, pero también me queda claro que nadie da paso sin huarache. ¿Acaso debemos creer que mientras todos pensamos en futbol, los demás problemas del mundo dejan de suceder?
Cuando dormimos podemos soñar un sinfín de cosas bonitas (en mi caso con muchas malteadas de chocolate) pero al despertar todo es como antes. Pensando un poco en esto, ¿qué tantas cosas suceden mientras soñamos despiertos con un mundo unido en torno al futbol? ¿Qué cruda realidad nos espera al despertar?
En este preciso momento se están aprobando leyes, enmiendas, prohibiciones y restricciones que los dirigentes del país y del mundo saben que no pondremos atención por estar atentos al futbol. Como mexicano, pero sobre todo, como un fanático más del Mundial, los invito a que estemos atentos a nuestro mundo real, al que nos da de comer y en el que pagamos impuestos. ¿Será el Mundial una conspiración? ¿Estarán haciendo malabares a nuestras espaldas mientras disfrutamos de los goles? Si es o si no lo es, lo bailado, lo cantado y lo celebrado NADIE nos lo quita.
¡VAMOS MÉXICO!
¡Somos más que once en la cancha!
4,3,2,1 ¡Clarketazo!
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