Cuando una sociedad comienza a hacer justicia por propia mano es una señal irrefutable de que las instituciones que deben preservar la seguridad de la población no funcionan.
En distintas partes del país se están presentando asesinatos cometidos por personas víctimas de atropellos en sus derechos por parte de delincuentes que encuentran en la impunidad creciente el mejor escudo para lesionar a sus conciudadanos.
Lo sucedido este lunes en La Marquesa, en el Estado de México es sólo uno de los hechos más sonados, cuatro presuntos asaltantes muertos a balazos por un pasajero de un autobús que había sido asaltado.
Terrible y desolador porque esos hechos no mueven a las autoridades a aceptar que el país tiene problemas y muy graves.
Mientras cosas como esas ocurren, Enrique Peña Nieto insiste en vivir en un país de caramelo donde no hay malas noticias, donde todo es color de rosa y los derrotistas y aves de mal agüero son los usuarios de las redes sociales y los periodistas.
La construcción de una sociedad crítica, pensante y contestataria no corresponde al ideal de país que le pintaron al mexiquense cuando lo subieron a la campaña por la presidencia de la república.
Para él todo aquel que discrepe con su punto de vista, es una persona que vive en un mundo paralelo que en nada se parece al que habitan personajes como los gobernadores, incluido el de Tamaulipas, los miembros del gabinete presidencial, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el empresariado mexicano, salvo honrosas excepciones, el poder legislativo, quitando a algunos cuantos senadores y diputados que han señalado lo mal que va esta nación.
Los tres poderes y los empresarios que persisten en no querer ver que el país va de mal en peor lo único que están provocando es que la bola de nieve tarde o temprano les atropelle.
Hasta el día de ayer el encargado de la política interna del país, el aspirante presidencial, Miguel Ángel Osorio Chong se estaba preparando para comer tamales, pan y chocolate en la huasteca hidalguense, supongo, porque salir con el mismo discurso de que la estrategia contra la inseguridad va bien, ya no se lo cree ni él mismo.
Cuanto recorro el país y platico con la gente de diversas regiones que están azotadas por la inseguridad escucho las mismas frases, no creen en el gobierno de Peña Nieto, sienten que este hombre está ansioso por tirar la toalla y que el 2018 se le hace lejano para retirarse a un lugar donde nadie lo moleste.
En tanto las personas de a pie han encontrado la respuesta a sus miedos entre sus iguales, no entre los cuerpos de seguridad, son los ciudadanos que se protegen a sí mismos y a sus allegados.
Si van a viajar lo hacen durante el día, no importa si viven en San Luis Potosí, Veracruz, Tamaulipas, Nuevo León, Guerrero o Michoacán.
El tráfico de personas y vehículos se incrementa durante en horario diurno, por la noche todo puede suceder y para qué arriesgarse.
El país está vedado para los ciudadanos pacíficos, son los violentos los que se han apoderado del espacio público y no hay autoridad que los meta en cintura.
Pero siempre hay alguien que decide levantarse solo a hacer justicia, ya lo vimos este lunes y otros días donde ciudadanos escudados en la mayoría agreden a otros que acuden a violentar sus derechos mientras la autoridad sólo es testigo mudo de los acontecimientos de violencia.
Al leer la nota de la Marquesa no puede uno evitar cierto sentimiento de satisfacción, y qué peligroso resulta identificar que no rechazamos del todo que un hombre haya asesinado a cuatro seres humanos que antes cometieron un atraco contra él y el resto de los pasajeros del autobús.
Es repetir la historia narrada en un pueblo llamado Fuenteovejuna, donde preguntan, ¿Quién mató al Comendador? para responder: Fuenteovejuna señor.
En el caso de la Marquesa nadie es culpable y todos somos culpables.
Así precisamente estamos en México, haciendo justicia por propia mano, hasta que se convierta en un país sin ley.
Correo electrónico: derrotero@hotmail.com
Twitter: @derrotero_mx
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