Francisco García Cabeza de Vaca sabe que políticamente está herido de muerte. Y fue la mayoría de los panistas de Tamaulipas quienes, tras la victoria de Gustavo Madero Muñoz, le mandaron un mensaje: “No te queremos como candidato a gobernador en 2016”.
Como alcalde del PAN en Reynosa, el actual senador encabezó una corrupta administración municipal entre 2005 y 2007, pero supo moverse en las altas esferas de su partido para seguir vigente los siguientes años y hasta la fecha. Primero protegido por los hijos de Marta Sahagún de Fox, en ese sexenio, y posteriormente por Jorge Manzanera Quintana, uno de los asesores más cercanos a Felipe Calderón Hinojosa.
Cabeza de Vaca, que se pudo convertir en un fenómeno político cuando ganó la primera alcaldía para Acción Nacional en la historia de esta frontera, ha sido víctima de sus propios errores, soberbia y prepotencia, defectos personales que en los políticos suelen ser su tumba.
Cuando se suponía que tras dejar la presidencia municipal la justicia en Tamaulipas se aplicaría en su contra porque había anomalías por las cuales la Procuraduría de Tamaulipas le pudo fincar delitos suficientes para llevarlo a la cárcel, extrañamente fue cubierto con el manto oficial de la impunidad.
Superado esos obstáculos y protegido por las mismas autoridades del Estado, llegó a ser diputado local, funcionado federal y senador de la República. Y porque hay un Dios en la política mexicana, Tamaulipas se salvó que en 2010 fuera candidato a gobernador, aunque con pocas posibilidades de triunfo por el voto de luto a favor de Egidio Torre Cantú, tras el asesinato de su hermano Rodolfo.
El corrupto político de Tamaulipas no se ha quedado quieto los últimos cuatro años, pero con mayor intensidad de 2012 a la actualidad.
Sabe que la inseguridad que impera en el Estado es su principal aliada, amén de que en la Ciudad de México, en el ombligo de la política, sabe tocar las puertas indicadas, no solamente del PAN sino también del PRI, y es capaz de venderle su alma al Diablo para consumar sus ambiciones: llegar a ser gobernador en los comicios de 2016.
Pero el escenario y los vientos que soplaban a su favor hasta abril del presente año cambiaron drásticamente cuando decidió apoyar la candidatura a la presidencia nacional de Acción Nacional, de su compañero Ernesto Cordero Arroyo, apabullado por Madero Quiroga en los comicios del 18 de mayo pasado.
Cabeza de Vaca se jugaba todo para sus aspiraciones en esa elección interna, consciente que la militancia albiazul del norte del Estado ya tenía nuevos caudillos, como el alcalde de Nuevo Laredo y la alcaldesa de Matamoros, Carlos Canturosas y Leticia Salazar Vázquez. Y empezaba a sentir el desamor de quienes -alguna vez- lo vieron como su caudillo, como un Mesías con túnica azul y blanco.
Reynosa, la ciudad con la mayor población y el más abultado padrón electoral; la frontera que lo hizo alcalde en 2004, también se le había volteado en los últimos siete años. Basta leer las crónicas periodísticas que narran su mayor presencia en los municipios del centro-sur, donde se atrincherará para buscar la candidatura a gobernador.
Tres derrotas del PAN a las alcaldías de Reynosa y diputados locales en 2007, 2010 y 2013; debacles en comicios para diputados federales en 2009 y 2012, y la membresía albiazul en su contra desde Nuevo Laredo hasta Matamoros, con algunas excepciones en Valle Hermoso, pero sin gran peso electoral, son para Cabeza de Vaca un salto al abismo sin red.
Sobre la senaduría que ganó en 2012 él mismo sabe que estaba bien perdido, que hasta una carta envió previamente al dirigente estatal panista, José Alberto Fonseca, culpándolo de su casi segura derrota. Pero como gato que se desploma, cayó boca arriba.
El senador, quien para una mayoría de los tamaulipecos es sinónimo de corrupción, todavía tiene una vela encendida en sus ambiciones para la gubernatura porque la derrota de Cordero Arroyo en Tamaulipas no fue tan aplastante como estaba calculada.
Hubo traiciones al momento de votar, sobre todo en Reynosa, de militantes que ya habían dado su respaldo a Madero Muñoz.
De que Cabeza de Vaca resurja dependerá de los propios panistas, porque si en un año y medio cuando el PAN designe candidato, algunos ceden a sus seducciones, les llegue al precio o los invite al gran saqueo de las arcas públicas que sucedería, entonces el panorama para el Estado se teñirá de color negro.
Torre Cantú seguramente debe estar preocupado porque el principal enemigo del PRI en 2016 sigue vivo, aunque en estos momentos esté en terapia intensiva.
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