Fortaleza, Brasil.-
Los pocos que dudaban en asistir al lujoso Hotel Marina Park se deciden a hacerlo tras observar por el televisor el nuevo “look” de Neymar, quien ahora presume un corte de cabello al estilo mohicano, aunque la franja que no fue cortada es mucho más gruesa. El modelito se complementa con peculiares rayitos en el fleco.
Tendrán que conformarse con esa imagen, al menos por ahora. El pentacampeón del mundo llega al noreste de su país dispuesto a jugar al escapista.
Decenas de personas inundan el lobby del lugar donde la “verdeamarela” se concentra para su duelo de este martes con la Selección Mexicana. Tras cuatro o cinco horas de espera, muy pocos presumen una imagen con el jugador del Barcelona, David Luiz, Thiago Silva, Óscar o Fred.
La policía de Fortaleza monta un impresionante dispositivo de seguridad… con el objetivo de engañar a todos. Catorce motocicletas y un helicóptero parecen anunciar la llegada del local. Es cierto, pero lo hace por el lado opuesto del hotel.
Deslumbrados por las torretas, los aficionados corren por donde pasa el convoy policial que es simple carnada. El verdadero objetivo llega minutos después. La seguridad es igual de rígida, aunque más discreta.
Menos motocicletas, patrullas, aunque reforzados por miembros de la milicia brasileña, custodian el trayecto de Luiz Felipe Scolari y sus futbolistas desde el aeropuerto. Todo saldría a la perfección, de no ser por tres o cuatro chicos que suben al techo de una casa cercana para no ser engañados.
Avistan el autobús azul cielo cuando está cerca de llegar por una ruta poco usual. Gritan y corren, pero muy pocos alcanzan a moverse hasta la única de las tres entradas al hotel que no tenía mucha gente.
De pronto, la seguridad es reforzada en esa zona. El chofer baja la velocidad, pero la entrada se da sin aglomeraciones. Unas cuantas cámaras de tv y “flashes” iluminan el ingreso del máximo favorito a campeón.
Del otro lado del complejo, las 14 motocicletas, dos patrullas y helicóptero montan un espectáculo de luz y sonido, una cortina de humo. Dura justo los segundos que tarda el “Scratch du Oro” en entrar al hotel.
Cuando los aficionados y periodistas se percatan de que es un ardid, los integrantes de la Canarinha caminan hacia sus habitaciones por un lobby prácticamente vacío. El recurso ofrece resultados grandiosos.
Desfilan los seleccionados brasileños. La peculiar cabellera de Neymar aparece justo a la mitad de la fila. El chico tiene prisa. Apenas posa para dos fotografías.
David Luiz es un poco más accesible, aunque los elementos que custodian al equipo le impiden atender las peticiones que recibe. La presión aumenta al escuchar el trote de quienes se dieron cuenta de la trampa.
La odisea termina con el grito que despierta la cabellera más famosa de Brasil desde el segundo piso del lujoso hotel. Se asoma menos de 10 segundos. No le permiten más. Por televisión, lo que sea; en vivo, a cuenta gotas.
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