Por necesidad económica, desempleo en telenovelas, como campaña social o de salud, porque pagan mucho dinero, por curiosidad o mero gusto, varias personalidades del ambiente artístico han anunciado productos o sido la imagen de alguna empresa en televisión.
La conductora Rebecca de Alba es una de las mexicanas con mayor presencia en comerciales. En cuatro años estuvo vigente en la pantalla chica al promover pasta dental, papas sin grasa, crema para depilar y cosméticos, pero también como vocera de campañas contra el cáncer de mama o la pobreza extrema que afecta principalmente a los niños.
“Las propuestas a veces surgen directamente de una agencia de publicidad. Hablan a mi oficina, me mandan un mail o me contactan por medio de alguna amistad”, explicó la también modelo, quien acepta haber rechazado varias propuestas sobre cigarros y alcohol, porque no empataban con su imagen o en lo que ella cree.
Lo mismo haría el actor Rafael Amaya en caso de que le ofrecieran anunciar un producto que elevara la potencia sexual masculina. “El día que yo lo necesite y si me funciona lo recomendaré a la gente, mientras, aunque me paguen una millonada no es necesario”.
Sin embargo, su colega Sergio Sendel sí aceptó promover unas pastillas, “no para los que no pueden, sino para los que quieren más”, reza el slogan. Quizá después de esta participación, al villano de numerosas telenovelas, el público lo identifique como un hombre “al que le gusta alargar el tiempo de la relación sexual”.
“Y es que, quieras o no, el televidente te cataloga por lo que le invitas a consumir en un anuncio y más cuando éste fue directo, sucinto y se hizo con mucha creatividad. Así me pasó cuando me contrataron para unas papas, eran varias Rebeccas las que salían, como un juego de cámaras.
“En el súper me encontré a un niño pidiéndole a su mamá que se llevaran los dos botecitos que restaban en el estante porque yo recomendaba `varias veces” que eran buenas”, anotó De Alba, y justamente eso es lo que también pregona Diana Bracho, pues sostiene que jamás vendería algo que antes no pasara bajo un estricto control de calidad.
“Es decir, que yo lo tenga comprobado como un producto que dará beneficio a quien lo consuma. Es así como hace varios años acepté participar en uno que combate los problemas de insomnio, pues mi hija padecía ese trastorno y me pareció un tema interesante, así es que me puse a estudiar para dar una mayor credibilidad ante el público”, platicó Bracho.
En la actualidad, la actriz que interpreta a la malvada “Gabriela Elizondo” en la telenovela “Fuego en la sangre” recomienda una fundación de asistencia privada “que otorga préstamos prendarios y además, construye escuelas por toda la República Mexicana, eso es un plus cuando se trata de un simple comercial”.
Bracho, quien por un tiempo hizo meritorio un shampoo para el cabello, también recomienda un medicamento contra la osteoporosis. “Creo que tengo la imagen adecuada para transmitirle a las mujeres que tengan cuidado en su salud”, fue su opinión y misma que comparte Helena Rojo.
Aunque ella no padece la enfermedad, que es una consecuencia de la disminución de minerales en el hueso, Rojo la vivió muy de cerca a través de su abuelo y su madre, quienes tras una caída se rompieron la cadera y la muñeca, respectivamente. La vida de ambos, dijo, “ya no volvió a ser la misma”.
“Como este mal no respeta estilos de vida, sexo, ni clases sociales, acepté involucrarme, independientemente si paguen bien o no, pues es la oportunidad de alertar a la gente sobre este riesgo para que puedan prevenirlo a tiempo”, mencionó.
En ese sentido, Rafael Amaya, quien participa en la segunda temporada de la serie “S.O.S”, subrayó que “no siempre te puedes dar el lujo de elegir qué anunciar y qué no, porque cuando te falta chamba, lo que te propongan significa un ingreso económico”.
“Finalmente es un negocio y te contratas como una especie de actor. Si me dicen que como personaje debo hacerle creer a otra persona que la amo y tengo que rogarle, pues lo voy a hacer porque hay un acuerdo de por medio.
“Tampoco tendría inconveniente en promover unas botas, pues aunque no las uso, como buen norteño me quedan bien y sobre todo, mi papá se las pondrá. Sin embargo, nunca aconsejaría algo que causara daño, no engañaría a la gente”, señaló.
En su oportunidad, Alfonso Herrera, integrante de RBD consideró que debe existir una reciprocidad: “Que a la empresa le funcione tu imagen y a ti su producto. He aceptado trabajar en comerciales de refrescos, caramelos y teléfonos celulares, de alguna manera es un método bastante bueno porque te deja dinero y cierto tipo de proyección”.
El contrato para aparecer en un anuncio publicitario puede variar en cantidad, desde 50 mil pesos o hasta millones de dólares por determinado tiempo y con opción a renovar por años como le ha sucedido a Rebecca de Alba.
“Hay campañas que no pagan tanto como la gente piensa, a menos que seas una artista cotizada a nivel internacional (como sucede con Halle Berry o Penélope Cruz). A veces sólo aceptas porque el producto goza de cierto prestigio o vas a estar vigente en el mercado”, explicó.
Incluso, el artista se lleva a casa una buena dotación de la línea de productos que receta en televisión. Así lo presumió Jacqueline Bracamontes: “No te imaginas la cantidad de shampoo que tengo en mi casa. Es una maravilla porque no sólo me pagan por ser la imagen de la marca, sino que me regalan muchas botellitas para bañarme todo el año”.
Amaya por su parte, recordó cuando apareció en el interior de las páginas de una revista, al lado de Paulina Rubio y Patricia Manterola mostrando una nueva línea de calzado. “Esa vez me dijeron que escogiera todos los que quisiera del catálogo y me puse a elegir varios que regalé a mis amigos, se portaron muy generosos”.
Lo importante para dichos artistas no consiste sólo en motivarlos a que compren un material, sino darles un mensaje positivo que contribuya a mejorar su calidad de vida, como optó Bracamontes al apoyar la firma de shampoo y De Alba al comprometerse como vocera oficial de un organismo para convencer a los mexicanos de apadrinar a niños en pobreza extrema.
“El slogan decía: `La vida no puede esperar”, y me encantó porque te exhorta a realizar cosas buenas. También recuerdo el de “Háblele” que proponía una compañía telefónica porque era una oportunidad de ponerte en contacto, a un bajo precio económico, con tus familiares que radican en algún estado o fuera del país”.
Precisamente fue así como Eduardo Santamarina comenzó a hacerse notar en el medio del espectáculo al anunciar junto a Salma Hayek el ingreso a México de una importante empresa de servicio telefónico de larga distancia. “Cómo olvidarlo, aparecía junto a mi paisana veracruzana y me daban servicio gratis por tres años, valió la pena”.
Otros actores, cantantes, comentaristas y conductores que se han involucrado en comerciales son Marco Antonio Regil y Juan Manuel Bernal (empresa telefónica); Fobia y Moderatto (botanas); Bárbara Mori (lencería y refrescos, lo que también hacen Molotov y RBD).
Dentro de este grupo sobresale Dulce María con un tinte para el cabello. En la parte de los shampoos también están Natalia Esperón, Montserrat Oliver, Ludwika Paleta, Lupita Jones, Ana de la Reguera y Chayanne, por citar algunos.
En depilación corporal Gabriel Soto y Patricia Manterola fueron imagen, mientras que Evangelina Elizondo, propuso pegamento para dentaduras, así como Carmen Montejo y Silvia Pinal un medicamento para las articulaciones.
Verónica Castro por ejemplo, sorprendió en televisión al hablar bien de una leche en polvo, mientras que Bibi Gaytán asegura que acompaña sus comidas con determinados frijoles y que Ana de la Reguera toma agua gasificada baja en calorías.
Maya Karuna, Julio Bracho, Arturo Carmona, Manuel Landeta y Gaby Ramírez optaron por vender aparatos de ejercicio. Thalía anuncia chocolates, al igual que el cantante Luis Miguel, aparición por la cual cobró 800 mil pesos según trascendió; Alejandro Fernández cerveza y Shakira una marca de automóviles.
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