Durban.-
Aunque la imagen más explotada de África son sus sabanas y desiertos, en realidad el continente está poblado de gigantescos terrenos fértiles para el cultivo. “Muchos países subsaharianos son potenciales graneros”, señalan desde la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Pero la realidad es que demasiados de esos campos en los que se podría sembrar cereal están yermos.
Así, África se ve obligada a importar un gran número de alimentos. En 2010, las importaciones de los países subsaharianos alcanzaron los 70.000 millones de dólares, frente a los 30.000 millones de dólares de sus exportaciones. Según una comisión económica de Naciones Unidas, África importa en total alrededor de un 80 por ciento de los alimentos que consume, entre ellos algunos de consumo básico como el maíz, el trigo, el arroz, la soja o la leche.
Gran parte de estos alimentos importados proviene de la Unión Europea (UE), donde las subvenciones permiten a los agricultores elevar unos precios que de otro modo no cubrirían los costes de producción. En total, la UE ingresa 18.300 millones de euros (20.600 millones de dólares) por la venta de alimentos a África, entre ellos cereales, leche en polvo y aceite vegetal.
“Los Gobiernos africanos tienen que proteger sus industrias locales ante el dumping de los precios extranjeros”, afirma el ingeniero agrónomo Nick Kotze, de la Universidad Stellenbosch en Sudáfrica. Pero esta afirmación no es tan fácil de llevar a cabo. Entre otros, la FAO ha criticado las “prácticas comerciales injustas” de los socios africanos, incluida la UE.
En el marco de sus Acuerdos de Partenariado Económico (APE), Bruselas permite a los países de África un acceso libre de cuotas y aduanas a determinados mercados a cambio de la apertura de la mayoría de mercados africanos. Esto acaba dañando a las industrias africanas o impidiendo que éstas se creen, pues no pueden competir con la UE. Y sin embargo, Gobiernos como el keniano lo firmaron, pues Bruselas amenazó con barreras a la importación de flores, una de las principales exportaciones del país.
Los expertos critican además que los elevados impuestos para la importación de alimentos procesados obligan a los agricultores africanos a exportar sus productos sin elaborar y, por tanto, más baratos. Así, café y cacao -que en Europa no se cultivan- están libres de impuestos. Si el café fuera tostado o torrefacto, se le aplicaría una tasa del 7,5 por ciento y al cacao en polvo, del 7,7. Pero después, África reimporta estos productos procesados a precios muchísimo más altos.
Con todo, los acuerdos comerciales no son la única losa para la agricultura africana. A menudo, el desarrollo agrícola fracasa debido a una mala gestión política y la falta de infraestructuras, a lo que se suma una baja productividad y unas deficientes condiciones de trabajo. Aunque más de la mitad de la población está empleada en este sector, la agricultura sólo supone un 15 por ciento del PIB africano total, según el Banco Africano de Desarrollo.
No obstante, algunos países están abordando la situación. En Uganda la agricultura supone el 85 por ciento de las exportaciones y su vecina Ruanda duplicó la producción de alimentos entre 2007 y 2014, sobre todo gracias a la ampliación de infraestructuras. Uno de los proyectos más ambiciosos es el nigeriano: el mayor productor de crudo del continente quiere ampliar su economía y convertirse en el mayor exportador mundial de arroz en un plazo de sólo cinco años.
Entre los encargados de hacer realidad este objetivo está Aliko Dangote, el hombre más rico de África con un patrimonio que según “Forbes” asciende a 12.200 millones de dólares. Según ha prometido, invertirá mil millones de dólares en la producción de arroz.