Un colega de Nuevo León abiertamente simpatizante del PRI, quien asesora y viaja constantemente a la Ciudad de México para acudir al Comité Ejecutivo Nacional (CEN) -según sus propias publicaciones en Facebook-, me hizo dos preguntas.
Con mis respuestas a sus cuestionamientos, las cuales comparto en este espacio y enviadas por mensaje a través de WhatsApp, quise dejarle claro cuál es mi postura posterior a los comicios del 4 de junio en el Estado de México y Coahuila, dos entidades sobre el comal poselectoral.
Aclaro que las diferencias entre ambos no pasan de un intercambio de puntos de vista entre dos personas civilizadas, con la diferencia que él es simpatizante del PRI y yo no, ni anti PRI ni pro nadie.
Va la primera pregunta y la respuesta:
— ¿Entonces para que haya democracia es necesario que pierda el PRI?
— Yo nunca he trabajado, ni milito, ni simpatizo con ningún partido. He votado PRI, PAN, PRD, etc. Soy libre como el viento y espero lo mejor para mi país. No nací ayer ni estoy ciego, mucho menos soy un ignorante. Y mi voto no está secuestrado por nadie ni tiene precio.
— ¿Y la gente que vota por el PRI no merece que se respete su decisión?
— Disfruté cuando Enrique Peña Nieto le arrebató al PAN Los Pinos pues AMLO me había decepcionado (2012). Disfruté que Natividad González Parás le quitara a Fernando Canales el gobierno de Nuevo León (1997).
Igual cuando Vicente Fox hizo historia (2000) y “El Bronco” (2015). No me caso con nadie. Y la inmensa mayoría de la gente que vota por el PRI son muertos de hambre *. Lamentablemente.
Y respondió:
— Duro el diagnóstico. Es una apreciación personal que valoro y respeto. Punto final. Nuestra amistad está más allá de una diferencia de opinión política.
* Según datos oficiales más de 50 millones de mexicanos viven en la miseria, pobres o extremos pobres que se levantan cada día sin tener garantía de alimentarse.