Monterrey, NL.-
Su amor por el acordeón ha llevado a Don Claudio, un hombre invidente, a deleitar con música clásica, de Los Beatles o de Grandes Bandas , a los paseantes que por más de tres décadas transitan por la Plaza Comercial Morelos.
Con 72 años de edad, nacido en esta Sultana del Norte, Claudio Antonio Rivera Origel, narra que antes de dedicarse de lleno a tocar ese elegante instrumento, fue trabajador en la desaparecida Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey.
De esa etapa de trabajador, sólo quedan buenos recuerdos, pues la pérdida de su vista lo obligó a buscar nuevos caminos que lo llevaron a una escuela de invidentes donde aprendió a tocar el acordeón y conoció a su esposa, también invidente.
“Tengo 30 años, un poco más aquí, (en la calle Morelos) la han transformado tres veces ya, y de ahí para acá”, en los cuales se ha dedicado a tocar el acordeón, uno de los más representativos instrumentos en la cultura musical norteña.
“Aquí empecé, pues no hay plazas para uno, por más que se prepare; pues estudié música, algo, poquito, ahí en la Escuela Especial para Invidentes, ya de perdido para defenderme, para vivir “, señala.
Y sigue “cuando ingresé a la escuela yo le dije al maestro: yo lo que quiero es aprender (a tocar) el órgano, y que me ensarta un acordeón como este; es lo mismo, el mismo teclado “.
Su ilusión por tocar piano lo lleva a convencerse de que el acordeón es uno de esos instrumentos.
“O sea que es piano, no es acordeón como del que yo creía que salía música fea, no, -remarca- aquí sale música elegante “, añade.
Refiere que a veces, llega a la Plaza Morelos alrededor de las “siete, siete y media (de la mañana ), hasta las cuatro ( de la tarde )“ , y su esposa lo acompaña tocando el pandero, pero solamente los sábados.
Vive en el fraccionamiento El Peñón, en Guadalupe, en la calle Cerro de Candela 2801, “ ahí tiene su casa “, le expresa al reportero amablemente ; “yendo por Eloy Cavazos, por el Parque La Pastora, a la altura de la colonia 13 de Mayo”, brinda las indicaciones.
De los paseantes en Plaza Morelos, expresó que “la gente es amable, es amable, pues la gente ya la gusta lo que yo hago, a veces hasta me piden temas o me felicitan por lo que estoy haciendo, y pues quedó yo agradecido “.
Don Claudio menciona que le gusta “la música semi clásica o temas bíblicos; pero como cumbias y todo eso no, lo que más tengo son baladas”.
Siente una verdadera pasión por “los Beatles, las grandes bandas, el que desapareció en el avión, el que toca Patrulla Americana – Glenn Miller “, explica.
Reiteró que “es muy amable toda la gente y más lo de aquí; los que son codos son los que vienen de fuera porque vienen a hacer fortuna aquí “.
Sobre la parte frontal de su acordeón, sostiene una pequeña bolsa con la imagen del roedor más famoso de todos los tiempos – Mickey Mouse – en donde los paseantes le entregan algunas monedas por interpretar bella música.
Respecto a su discapacidad visual, detalla que“ bueno, si miraba yo, ya nací con el problema, es genético “.
“Si miraba”, relata refiriéndose a su vista, “logré trabajar como obrero, en la Fundidora , gracias a Dios “, subraya.
Señaló que trabajó en una de las empresas acereras más importantes y grandes de su época “ vi la Fundidora cuando estaba en su apogeo, yo hasta anduve trabajando donde quedaron los tres tubos, ahí fue el accidente más grande que ha habido ahí, que hubo 18 muertos, quemados “.
La suerte corrió de su lado, ya que el grave percance ocurrió un 20 de noviembre, a finales de los setentas, y en esa ocasión no fue a trabajar, porque se trató de un día de asueto, de descanso obligatorio.
“Yo estaba apuntado para ir al tiempo extra y no fui, y pos muchos compañeros ahí quedaron “, comenta con un dejo de tristeza.
“Salí de Fundidora ya pensionado, porque casi no miraba, y anduve batallando, y luego ingresé a la escuela esa para rehabilitarme, valerme por mí mismo y no ser carga para nadie “, dice con orgullo.
Manifestó que luego se casó, por lo que hoy vive con su esposa, “tuve un hijo, pero ya se casó “.
Destacó que al igual que él, su esposa es invidente, “no ve mi señora, ahí nos conocimos, en la Escuela para Invidentes, ahí nos casamos “, expresa con una dulce sonrisa en su rostro.
Cierra la plática: “mi esposa viene con conmigo, a veces toca sola, con pandero, y viene, pero viene nomas los sábados “, para luego continuar deleitando al público con la música “bonita” que sale de su acordeón.