Cd. de México.-
Expresar y vivir libremente su identidad de género en los pueblos indígenas es una situación aún muy complicada para la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Travesti, Transgénero e Intersexual (LGBTTTI), ya que gran parte de ellos son rechazados y excluidos.
Daniela Vázquez vive ahora en la Ciudad de México, sin embargo, hace algunos, debido a la presión social por su orientación sexual, tuvo que salir de la comunidad Acatlán, del municipio de Chilapa de Álvarez, en el estado de Guerrero.
“Los pueblos indígenas o al menos en la comunidad de Guerrero donde yo nací es sumamente machista, sumamente misógina; cualquier hombre o cualquier niño que muestre signos de afeminamiento es discriminado, insultado, sufre violencia física”, señaló quien ahora es vicepresidenta de Almas Cautivas, asociación civil que brinda apoyo a personas LGBTTTI.
Debido a su expresión de género, Daniela sufrió mucha violencia verbal por parte de sus compañeros de la escuela y además tuvo problemas serios con sus padres, quienes la obligaban a actuar como un niño, porque en la comunidad consideraban vergonzoso tener un hijo con tendencias femeninas; esta situación la obligó a los 15 años a viajar a la Ciudad de México.
“Cuando yo salí de mi casa yo no sabía que era una mujer trans, yo nada más sabía que no me asumía como un niño, que yo quería estar más hacia lo femenino y cuando llego a la Ciudad de México es que conozco que hay una palabra que puede designar lo que yo sentía y es cuando ya empiezo a transicionar y cada vez que voy a Guerrero van viendo los cambios”, expresó a Notimex.
La mujer trans de ahora 38 años de edad enfatizó que la mayoría de las personas LGBTTTI salen de las comunidades indígenas porque son rechazados por sus familias.
“Muchos niños son expulsados desde pequeña edad, por ejemplo nosotras trabajamos con gente que está en la cárcel y hay chicas que no saben leer ni escribir y que tuvieron que dejar sus hogares desde los 13 años y vinieron a la Ciudad de México a ejercer el trabajo sexual y en un lugar donde según ellas podían expresar libremente su identidad de género”, explicó.
Ha pasado el tiempo y ahora Daniela regresa a su pueblo con una identidad distinta a la de hace algunos años, por lo que las personas la sumen como una mujer más de la comunidad, y esto provoca que ya no sea discriminada como cuando era una infante.
“Cuando yo regreso a Acatlán ya no sufro violencia verbal como la sufría antes, pero por ejemplo en Acatlán no ha evolucionado en todo este tiempo, de 1994 a 2017 no se sabe de ninguna pareja gay que vivan juntos, ni alguna persona que se asuma lesbiana”, señaló.
La vicepresidenta de Almas Cautivas consideró que para las personas de este colectivo es muy difícil expresar hacia quienes se sienten atraídos o hacia que género se sienten identificados, ya que hay una presión muy fuerte de la comunidad para evitar su desenvolvimiento.
José Luis, mejor conocido como Luiggi, quien vive en un municipio indígena de la región Costa del estado de Oaxaca relató a Notimex que para él fue muy difícil declararse formalmente como homosexual, pues tenía miedo a ser rechazado por su familia y también por la gente de la comunidad.
Es complicado ser homosexual en una comunidad indígena porque en esta zona prevalece el machismo, generalmente los padres discriminan a los gays porque sólo esperan tener hombres y mujeres como hijos, sobre todo que si al nacer es hombre se festeja y se acostumbra ser el heredero de todos los bienes en una familia”, señaló.
A sus 27 años, Luiggi es administrador de empresas y al igual que muchos, lucha por ser aceptado en la sociedad y tener las mismas oportunidades que los demás, sin embargo, el camino no ha sido fácil, pues la discriminación que ha sufrido es grande.
“Siempre nos agreden con palabras altisonantes, nos niegan los servicios públicos, en la cuestión laboral es difícil conseguir trabajo, sobre todo si es muy notorio nuestra homosexualidad, en el aspecto sentimental es difícil tener una pareja porque es mal visto y aun no es aceptado”, expresó con gran preocupación.
Debido al trato que recibe por parte de la sociedad, se siente como un “bicho raro”, pero reconoce que hace algunos años era mayor el rechazo de la población, sobre todo, dice, porque piensan que los homosexuales son portadores de VIH-SIDA, así como otras enfermedades de trasmisión sexual.
“Las costumbres de mi pueblo nos excluyen de todo, los padres regularmente desheredan a los gays, es difícil que nos tomen en cuenta en la función pública, pero en la actualidad poco a poco hemos demostrado que somos personas capaces de salir a delante y hacer cosas productivas para nuestro pueblo”, apuntó.
Luiggi narra que es muy complicado que las personas LGBTTTI encuentren un empleo, por lo que quienes se quedan ahí mejor se dedican al bordado de prendas típicas y otra parte importante de este colectivo migra a la Ciudad de México, donde desempeñan sus labores con sueldos muy bajos.
Luiggi es administrador de empresas gracias al apoyo y la confianza que le brindó su madre, sin embargo, relata que no todos tienen la oportunidad de estudiar, ya que carecen del apoyo de su familia por el hecho de tener una expresión de género distinta a la heterosexual.
Reconoce que hay un avance para evitar la discriminación gracias a las campañas, pero considera que no hace falta mucho para avanzar en este tema, por lo que él también apoya en la comunidad para hacer valer los derechos del colectivo LGBTTTI.