En las áreas de Hemodiálisis del IMSS cada vez son más los pacientes a quienes ya no les funcionan sus riñones. El panorama es tan preocupante que la mayoría no son enfermos congénitos, sino que están ahí por abusar de las bebidas gaseosas azucaradas y peor aún, muchos son personas jóvenes.
Reynosa, Tam.-
Son las ocho de la mañana del martes 31 de octubre. Un nutrido grupo de personas se apila en una sala de espera para pedir un turno. Sus rostros se observan demacrados, algunos de ellos desesperados, aguardando a que se desocupe una de las máquinas que les eliminan las sustancias tóxicas de su sangre, detenidas a causa de su insuficiencia renal.
Padres de familia, amas de casa, ancianos, pero sobretodo, personas adultas jóvenes son las que están ahí, prácticamente sentenciadas a muerte, a no ser que encuentren quien les done un riñón.
De acuerdo con personal del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) van a que les hagan la hemodiálisis, debido a que poseen una cavidad abdominal más gruesa y en su casa ellas no pueden dializarse. Acuden hasta tres veces por semana a las unidades del Instituto en Reynosa, pero como ellos, se calcula que el problema está por todos lados y se está volviendo epidemia.
Tan sólo en México hay al menos 10 millones con insuficiencia renal, casi una décima parte de la población nacional, de las cuales cientos de miles de personas tienen que someterse a un tratamiento de hemodiálisis. Su esperanza de vida es de cinco a diez años y cada vez es mayor el número de gente que lo padece.
IMPRESIÓN DEL REPORTERO
Al preguntarle a uno de los funcionarios por qué personas tan jóvenes estaban ahí, su respuesta fue “la Coca”. –¿La Coca Cola?–, preguntó nuevamente. “Sí, los refrescos”, agregó el empleado del IMSS.
Con un escenario que es difícil de creer, de personas que se observan con sus ojos agotados, cansadas, demacradas, las áreas de hemodiálisis son el fiel reflejo de quienes no supieron cuidarse a tiempo, puesto que la gran mayoría perdieron la función de sus riñones a causa del consumo excesivo de las bebidas gasoseosas azucaradas.
Un porcentaje menor deriva de diabetes y el abuso de comidas grasosas, carnes rojas, el café en elevadas concentraciones, pero principalmente el mal hábito de no beber agua.
Una persona no sabe lo dañino que es ingerir refresco hasta que llega entra a uno de estos lugares, o peor aún cuando se enferma.
Para evitar que los riñones enfermen y posteriormente colapse la recomendación, de acuerdo con los médicos, es beber abundante agua al despertarse, durante el día y antes de ir a dormir, así como evitar bebidas nocivas para la salud.
Diversos estudios sugieren que ingerir una lata de refresco es equivalente a perder al menos cinco horas de vida.
Además la Universidad de Harvard demostró que quienes toman refresco tienen un 20 por ciento más de probabilidades de sufrir un ataque al corazón.
Por lo que las preguntas son rotundas, pero obligadas: ¿qué tantas cosas podría hacer en cinco horas más de vida?, ¿esperará a que sus riñones colapsen por tomar bebidas gaseosas azucaradas?
Basta solicitar una visita al hospital para conocer la verdadera realidad que enfrentan los enfermos de hemodiálisis y no querrá nunca dejar de tomar agua natural.
LOS EFECTOS DE LA “COCA COLA”
Hace un par de años un reconocido líder de opinión y farmacéutico británico, Nirai Naik, divulgó un estudio de los daños que provoca el refresco más bebido del mundo, que a continuación es presentado como “Esto sucede en los próximos 60 minutos cuando toma una Coca Cola”:
En los primeros 10 minutos: Diez cucharadas de azúcar entran a su sistema. Usted no vomita inmediatamente del dulce tan exagerado, porque el ácido fosfórico corta el sabor, permitiéndole soportarlo.
A los 20 minutos: El nivel de azúcar en su sangre aumenta rápidamente, causando una explosión de insulina. Su hígado responde a esto convirtiendo cualquier cantidad de azúcar que pueda atrapar en grasa.
A los 40 minutos: La absorción de la cafeína está completa. Sus pupilas se dilatan; la presión de su sangre sube; como respuesta, su hígado suelta más azúcar en su torrente sanguíneo. Los receptores de adenosina en su cerebro ahora están bloqueados y esto previene que le de sueño.
A los 45 minutos: Su cuerpo aumenta la producción de dopamina, estimulando los centros de placer en su cerebro. Esto es físicamente, la misma forma en que la heroína trabaja, a propósito.
A los 60 minutos: El acido fosfórico amarra el calcio, magnesio, y zinc a su intestino, causando una aceleración extra a su metabolismo. Este está compuesto por altas dosis de azúcar y endulzantes artificiales lo cual incrementa la excreción urinaria del calcio.
A los 60 minutos: Las propiedades diuréticas de la cafeína entran a trabajar. (Le hace dar ganas de ir al baño.) Ahora es seguro que usted evacuará el calcio, magnesio y zinc que estaba dirigido hacia sus huesos, asimismo como los electrolitos, sodio y agua.
A los 60 minutos: Mientras la fiesta dentro del cuerpo muere poco a poco, y se comienza a tener un bajón de azúcar. Los consumidores se pueden volver irritables, lentos o perezosos.
También ya ha orinado toda el agua que estaba en la Coca Cola. Pero no sin antes agregarle nutrientes valiosos que su cuerpo pudiera haber usado para cosas tan importantes como hidratar su sistema, o construir huesos y dientes fuertes. Esto será seguido por un bajón de cafeína el cual vendrá en las próximas horas.
La Coca Cola sola no es el único enemigo en este caso. Es el combo dinámico de dosis inmensas de azúcar combinadas con cafeína y acido fosfórico, las cuales son encontrados en todas las gaseosas y refrescos del mundo.