Ciudad del Vaticano.-
El Papa Francisco se acostó hoy descalzo frente al altar mayor de la Basílica de San Pedro y con ese gesto dio inicio a la liturgia de la pasión de Cristo y la adoración a la santa cruz.
Poco después de las 17:00 horas local (15:00 GMT), el líder católico ingresó al templo en medio de un silencio absoluto y se postró en el suelo, con la cara sobre un cojín morado. Luego el rito comenzó con una oración pronunciada en latín.
“Recuérdate, padre, de tu misericordia, santifica y protege siempre esta tu familia, por la cual Cristo, tu hijo, inauguró con su sangre el misterio pascual. Él vive y reina por los siglos de los siglos”, dijo, con una voz ronca.
En estos días al pontífice se le ha visto cansado, con paso suave y voz en ocasiones quebrada. Después de postrarse, bendijo a tres diáconos que proclamaron –en latín y griego- el evangelio de la pasión de Jesús.
En el momento del relato que corresponde a la muerte de Cristo, el Papa y todos los presentes se arrodillaron durante unos minutos. En ese momento un profundo silencio cayó en el templo.
Después del evangelio el predicador de la Casa Pontificia, Raneiro Cantalamessa, pronunció un largo sermón, el cual dedicó a la traición de Judas y aseguró que la misma se consumó por culpa del dinero.
Aseguró que detrás de cada mal de la sociedad se encuentra el dinero, “como el dios azteca al cual se debía ofrecer cotidianamente un cierto número de corazones humanos”.
“¿Qué hay detrás del comercio de droga que destruye tantas vidas humanas, la prostitución, la mafia, la corrupción política, la fabricación y el comercio de las armas, e incluso –cosa horrible- la venta de órganos humanos quitados a los niños?”, cuestionó.
“Sin pensar en estos modos criminales de acumular dinero, ¿no es ya escandaloso que algunos perciban salarios y pensiones cien veces superiores a aquellos de quien trabaja para ellos y que alcen la voz cuando se perfila la eventualidad de tener que renunciar a algo, en vista de una mayor justicia social?”, agregó.
Aseguró que el dinero es un “gran viejo” que no es un mito y puede condicionar los hilos del poder. “Como todos los ídolos, el dinero es falso y mentiroso: promete seguridad y al contrario la quita, promete libertad y al contrario la destruye”, ponderó.
En un duro discurso, Cantalamessa constató que muchos hombres colocados en puestos de responsabilidad colocaban en bancos o paraísos fiscales los beneficios de su corrupción cuando se han encontrado en el banquillo de los imputados o en una celda de la cárcel.
“¿Por qué lo hicieron? ¿Valía la pena? ¿Hicieron de verdad el bien de los hijos y de la familia, o del partido, si era esto lo que buscaban? ¿O más bien no se arruinaron a sí mismos y a los demás? El dinero se encarga de castigar a sus adoradores”, apuntó.
Mientras el predicador hablaba, a unos metros el Papa Francisco escuchaba con atención, enfundado en una casulla roja.
Tras la homilía tuvo lugar el rito de adoración a la cruz, que ingresó al templo por la nave central e hizo tres paradas. En cada una de ellas todos se arrodillaron. La ceremonia concluyó con la distribución de la comunión a todos los presentes.
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