Un grado centígrado sobre cero marcó el termómetro el día de hoy a eso de las ocho de la mañana, y cuando me disponía a zambullirme de nuevo entre las cobijas, suena el teléfono para preguntar por una persona que ni por asomo conozco, pero que ya me resulta familiar porque desde hace dos días y ya sistemáticamente están inquiriendo por él , y nosotros respondiendo que no sabemos quién es.
El caso es que hoy opté por hacer plática al impertinente y me enteró que habla en nombre de una de esas compañías comerciales que sueltan todo a plazos y con intereses impagables, a lo que repliqué:
– ¿Por qué me molestan a mí?,
Y la respuesta fue:
– Es que tenemos este número registrado como referencia.
Y ya algo encabronado, dije:
– ¿Y quién se les dio?
– No lo sé.
– Ni modo, -pensé- , es su trabajo, y le dije:
– Bueno, ya sabes que no lo conocemos y reportálo a quien te pone a molestar gente.
Al cortar, consideré que debí advertirle que si insisten, haré la denuncia ante el Ministerio Público, pero en esas oficinas hoy en día están sobresaturados con las denuncias de robos y asaltos que una de este tipo solo va provocar miradas de incredulidad.
Lo bueno es que no tengo urgencia por salir, mejor a enterarme de lo que pasó ayer en el mundo, el twitter y el facebook ya se encargan de eso por lo que la televisión, la radio y no se diga los periódicos lo que informan ya parece historia, pero con detalles.
Y ya es miércoles de rompesemana y ahí despuesito de las 2 de la tarde se antoja guarecerse en cualquier tequilería en la que no hay ausencia de cuervos, que luego dilatan las arterias como preparación para darle la recepción a un humeante caldo de res, pues como dice el refrán: al mal tiempo, buena cara.
Que la pasen bien, todos.