Cd. de México.-
Le abrieron el cuello para limar el exceso de cartílago que formaba la manzana de Adán. A través de dos cortes en su frente, ahí donde nace el cabello, el cirujano insertó las herramientas que rasparon el hueso que está sobre sus cejas. Le modificaron por segunda vez la nariz y le colocaron un mentón artificial que era demasiado grande para su cara. Todo el mismo día.
Natalia Cruz, una mujer transexual, tenía la esperanza de acercarse más a su ideal con esta intervención: verse como una mujer. Pero la Cirugía de Feminización Facial, por la que pagó 110 mil pesos, sólo le dejó cicatrices donde no volverá a crecer pelo, el cartílago de la nariz desviado, jaquecas recurrentes y una sola fosa nasal para poder respirar.
Esto no sucedió con Caitlyn Jenner, padre de las Kardashian, antes conocido como Bruce Jenner. También se sometió a la cirugía y su rostro modificado, pero impecable, apareció en la portada de “Vanity Fair”. Es un ejemplo de mujer trans que muchas han decidido seguir.
Ser más femenina
Natalia se realizó sus primeras cirugías en su aniversario 25, después de años de tratamiento hormonal. Esas primeras intervenciones fueron para mejorar el aspecto de su nariz y para realizar un implante de mamas. El resultado le pareció increíble. Quedó completamente satisfecha y se sintió feliz de haberlas hecho.
Aquella satisfacción la impulsó a ir por más. Lo siguiente en su lista era lo que se conoce como Cirugía de Feminización Facial (CFF), la cual puede realizarse en cualquier mujer, pero suele ser más solicitada por la comunidad trans.
La CFF en realidad es una serie de procedimientos quirúrgicos para dar un aspecto más femenino al rostro. Estas intervenciones pueden ir desde una rinoplastia (cirugía de nariz) o un retiro de bolsas de Bichat (grasa en mejillas), hasta operaciones más complejas, como la de implante de mentón, remodelación (tallado) de frente, lifting (levantamiento) de cejas, aumento de pómulos y eliminación de la manzana de Adán y lifting de labio superior.
Fernando Urrutia, especialista certificado por el Consejo Mexicano de Cirugía Plástica, y quien atiende pacientes de la comunidad trans, explica que “se pueden realizar en una intervención la cirugía de mentón, de frente, de nariz y de pómulos”.
La mayor cantidad de Cirugía de Feminización Facial se realiza en Tailandia, le siguen España y Estados Unidos; en Latinoamérica, Brasil y Argentina encabezan la lista.
Los costos van desde los 15 mil pesos por un retiro de bolsas de Bichat, pasando por 30 mil pesos para una rinoplastia y hasta los 250 mil pesos por todos los procedimientos. “El dinero es el menor de los impedimentos para quien quiere cambiar su rostro”, dice el cirujano.
Desde 30 minutos hasta más de siete horas, es el tiempo estimado de las cirugías, todo depende de cuál se realice. El periodo de recuperación también varía de acuerdo con la intervención, puede ser de dos hasta seis semanas.
Los padres de Natalia la apoyaron en sus decisiones desde que era niño, cuando cantaba “voy a traer el pelo suelto” y eligió ser mujer. Pero en esta ocasión trataron de persuadirla para no realizarse la cirugía. Ella siguió firme, esta vez no quería otra intervención sencilla, buscaba el paquete completo, pensaba que aún podía hacer más de lo que ya había logrado con el tratamiento de hormonas orales que toma desde los 18 años.
La decepción
La principal diferencia entre el cráneo de un hombre y el de una mujer es que el masculino tiene una estructura más cuadrangular, mientras que el femenino tiende a ser triangular. Este “triángulo” invertido se produce al haber una mayor prominencia en los pómulos y un mentón más redondeado.
Quienes solicitan procedimientos más avanzados en una Cirugía de Feminización Facial, como las cirugías de frente y mentón, son personas que no desean tener ningún rasgo masculino en su rostro. “Yo no los considero necesarios. Los pacientes que desde muy jóvenes buscan ser más femeninos empiezan a tomar hormonas a temprana edad y éstas impiden el desarrollo de características masculinas”, afirma Urrutia.
Esta advertencia nunca llegó a oídos de Natalia, el médico que eligió no se lo dijo. Y a pesar de que su rostro ya era bastante femenino por el tratamiento hormonal que toma, ella no se detuvo.
“Soy muy vanidosa, quería algo mucho más profundo, pero esta cirugía se debe realizar sólo en casos muy específicos; en el mío no. Siento que no era una buena candidata, porque ya tenía rasgos muy femeninos y no había necesidad de realizarme una operación así, pero mi cirujano no me dijo eso, lo malo es que a veces sólo les importa sacarte el dinero”, dice Natalia.
La cirugía duró más de siete horas y fue un viacrucis facial para ella. La recuperación, lenta y dolorosa, le tomó casi un mes.
“Perdí sensibilidad donde me abrieron en la cabeza. Tengo dos incisiones muy profundas, donde ya no crece cabello, y me dan dolores de cabeza muy fuertes. Me tuvieron que quitar el implante de mentón, porque era muy grande para mi cara. En cuanto a mi nariz, me dejó el septum (cartílago que separa las fosas nasales) desviado, tengo una fosa obstruida de líquido y sólo respiro con la otra”, cuenta Natalia, quien trabaja en una asociación que lucha por los derechos de la comunidad trans.
“No le eché tantas ganas. Es algo muy delicado, no se trata sólo de que el doctor te caiga bien, sino de sus referencias: cuántas cirugías ha realizado, que te muestre fotos de sus pacientes y responda todas las dudas que tengas”, aconseja.
Los médicos que realizan estas operaciones les hacen firmar a sus pacientes una carta en la que se deslindan de responsabilidades. Una demanda sólo aplica si hay un caso de secuelas muy severas, por eso muchas inconformes terminan como Natalia, resignándose.
La razón adecuada
Mayra Peréz, sexóloga especialista en comunidad trans, brinda apoyo sicológico y acompañamiento a quienes buscan realizar este tipo de intervenciones. Las anima a reflexionar sobre los motivos para realizarse una cirugía, incluso si es una “sencilla”, como la de nariz.
Algunas inician el tratamiento de reemplazo hormonal para feminizar ciertos aspectos de su cuerpo, pero quieren ir por más. “Las hormonas te ayudan a redistribuir la grasa, que ahora se va a caderas y senos, pero nunca van a modificar la estructura ósea de una persona, y por eso muchas chicas trans acudimos a ella”, comenta Natalia.
Pérez apoya a jóvenes trans cuando deciden someterse a una cirugía, para evitar que terminen con cirujanos no certificados, medicamentos clandestinos y que no caigan en riesgos a los que se enfrenta esta comunidad por falta de información. “Me interesa que no se hagan una cirugía por las razones equivocadas”.