Bangkok, Tai.-
El ejército tailandés tomó el poder ayer en un golpe de Estado incruento, disolvió el gobierno, suspendió la Constitución y dispersó a manifestantes de ambos lados del espectro político que se habían concentrado en Bangkok y generado temores de una confrontación violenta.
El poderoso jefe del ejército, general Prayuth Chan-ocha, anunció el golpe militar en una declaración transmitida por la televisión nacional. A ésta siguieron una serie de anuncios, el primero de los cuales fue un toque de queda nacional de 10 de la noche a 5 de la mañana, y luego la suspensión de la Carta Magna. También se ordenó al primer ministro derrocado, Niwattumrong Boonsongpaisan, y otros 17 altos funcionarios de gobierno que se presentaran inmediatamente ante la nueva comisión militar gobernante. Se desconocía el paradero de Niwattumrong.
Además, sigue vigente en todo el país la ley marcial decretada el martes, que entre otras cosas autoriza a los soldados armados a impedir manifestaciones y a detener a ciudadanos sin orden judicial. Prayuth, de 60 años, se autoproclamado primer ministro provisional del país y se puso al frente de un denominado Comando Nacional para la Paz y el Mantenimiento del Orden.
Los soldados mantenían una presencia discreta en el centro de la capital. Pero hacia la hora del toque de queda empezaron a desviar el tráfico en las intersecciones principales y bloquear con vehículos blindados algunas de las arterias principales, como la que pasa frente a la embajada estadounidense. Los soldados dispersaron a manifestantes de ambos bandos, el que apoyaba al gobierno electo derrocado y el que luchaba desde hacía siete meses para derrocarlo.
Aunque las fuerzas armadas insisten que no toman partido, el derrocamiento del gobierno era el objetivo central de los manifestantes opositores. Los “Camisas Rojas”, partidarios del gobierno derrocado, habían dicho que no tolerarían un golpe, pero en principio no había señales de resistencia ni reportes de violencia. El ejército envió cientos de autobuses para llevar a los manifestantes a sus casas.
Prayuth dijo que el objetivo del golpe era “recuperar rápidamente la normalidad, permitir que la gente tenga amor y unidad como en el pasado y reformar los sistemas políticos y económicos, y otorgar igualdad a cada bando”. Un vocero militar anunció que se había disuelto el gobierno interino y suspendido la Constitución, pero que el Senado seguiría en funciones. Suspendió toda la programación televisiva y la reemplazó con música patriótica.
Éste es el doceavo golpe de Estado desde que la monarquía absoluta de Tailandia llegó a su fin en 1932. Estados Unidos, Alemania y Francia condenaron el golpe e instaron al retorno inmediato al orden constitucional y la celebración de elecciones.
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