Washington, D.C. / Oct. 3
En un duelo convertido en referéndum sobre su estatura política, Sarah Palin, la candidata republicana a la vicepresidencia, consiguió este jueves salvar con nota mediocre su primer debate y fue incapaz de mostrarse a sí misma como material presidenciable, ni cambiar la dinámica de apoyos y expectativas que hoy operan contra su compañero de fórmula, John McCain.
El debate, convertido en un vivo intercambio de alusiones y puyas encubiertas, permitió a su adversario demócrata, Joe Biden, dejar al descubierto la inexperiencia de la gobernadora de Alaska, que se aferró a las esencias de un populismo ramplón y a un largo rosario de frases precocinadas para presentarse a sí misma y a John McCain como los auténticos agentes del cambio que se convertirán en azote de la codicia de all Street y la corrupción de los intereses creados en Washington.
“Con John McCain pelearemos por ustedes para no permitir que la codicia de Wall Street y la corrupción de Washington vuelvan a hacer de las suyas”, repitió Palin en varias ocasiones como aquel que confía en la eficacia repetitiva de un anuncio publicitario, con la esperanza de fijar en el ánimo del electorado la imagen de McCain y Palin como agentes del cambio.
Una imagen que Joe Biden, con más aplomo y agudeza, no tuvo demasiadas dificultades en desbaratar al contrastar la leyenda de “político rebelde” de John McCain, con su trayectoria contumaz al lado de la administración de George Bush:
“John McCain ha apoyado al presidente George Bush en la defensa de una económica que hoy nos tiene en medio de una crisis sin precedentes, mientras seguimos gastando 10 mil millones de dólares al mes en Irak y millones de familias están a punto de perder sus hogares o sus empleos”, soltó Joe Biden al desplegar una panoplia de temas sociales en los que la administración Bush ha dejado un legado calamitoso.
Precisamente, el terreno de la economía ofreció a ambos candidatos la oportunidad de contrastar dos visiones de gobierno que, en el caso de Sarah Palin, pasó por la defensa de impuestos a la baja como fórmula de reactivación económica. Una receta que Joe Biden presentó como la mejor fórmula para seguir beneficiando a las grandes corporaciones con exenciones que podrían alcanzar los 300 mil millones de dólares:
“Mientras John Mccain y Palin ofrecen más exenciones fiscales a las petroleras como Exxon Mobil, Barack Obama y yo ofrecemos, en cambio, reducción de impuestos para todos aquellos que ganen menos de 250 mil dólares al año. Es decir, más del 90 por ciento de los contribuyentes”, aseguró Biden al presentarse a sí mismo y a su compañero de fórmula como los aliados de la clase media, frente a quienes han permitido la orgía de codicia en Wall Street.
Durante el debate, moderado por la periodista, Gwen Ifill, Sarah Palin se mostró nerviosa y dubitativa, lo mismo que aferrada a un discurso simple y repetitivo, para escabullirse del debate directo con su adversario demócrata. Una recurso que dejó en evidencia su escasa experiencia en materia de política exterior, cambio climático y seguridad nacional, terrenos en los que Joe Biden demostró mayor habilidad para presentar a John McCain como el candidato que representa “un tercer mandato de George Bush” y para alzarse como el ganador en la mayoría de las primeras encuestas.
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