…Me huele mal que cuando todavía falta mes y medio para el cambio de poderes en México, la figura de Andrés Manuel López Obrador se haya desgastado tanto y no era necesario. Porque después de su histórico triunfo debió de enclaustrarse como monje con sus principales asesores y colaboradores para definir, en privado sin eco en los medios, la estrategia de los primeros programas que se implementarán en su gobierno.
…Me huele mal que en vez de empezar una gira de agradecimiento por todos los Estados exponiendo su vida por rechazo a ser protegido por el Estado Mayor Presidencial, hubiera invitado a cada uno de los gobernadores a la CDMX, incluyendo al de Guanajuato, la única entidad que no votó por él.
…Me huele mal que ante un tema polémico como la boda “fifi” de uno de sus más cercanos colaboradores, César Yáñez y que fue portada en la elitista revista Hola, responda evasivo olvidado que ya no es candidato sino el presidente electo de México y hay que afrontar la polémica con altura.
…Me huele mal que los diputados federales en el Congreso de la Unión no respondan con hechos a las promesas austeras de AMLO y se sirvan con la cuchara grande al aprobarse gastos que contrastan con ese discurso de reducción de gastos que, se supone, distinguirá a la cuarta transformación.
…Me huele mal que López Obrador sea “facilón” para perdonar a quienes en la última campaña rabiosamente se le fueron a la yugular para hacerlo perder, entre ellos líderes de grupos empresariales, gobernadores y dirigentes de partidos políticos. Sus eternos contrincantes.
…Me huele mal, aunque después el tema fue planchado, la repentina renuncia como subsecretaria de Gobernación de Tatiana Clouthier, y se conformó con ser vicecoordinadora del grupo parlamentario de MORENA en la Cámara Baja.
…Me huele mal, me huele mal… aunque ha habido spray de desodorantes que sus colaboradores han esparcido en el ambiente político para aparentar que todo huele muy bonito. ¿Será?