Monterrey, N.L.-
La musicalidad en los textos que luego se convierten en poemas es fundamental para que no pierdan la esencia de la intención con la que fueron creados, lo cual deber ser tomado en cuenta por el traductor de los mismos.
Coincidieron en ello los poetas Eduardo Casar, Jorge Esquina y Eduardo Langagne, quienes presentaron ayer por la mañana el VII volumen de la colección poesía “El Oro de los Tigres”.
El evento, encabezado por la directora de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria, Minerva Margarita Villarreal, quien también estuvo acompañada de José Garza Acuña, secretario de Extensión y Cultura de la UANL, dio inicio al primer
Festival Internacional de Poesía “El Oro de los Tigres”.
“Hay algunas claves para entender la poesía: yo las encontré en un texto muy breve de una página de Ezra Pound, donde habla de ciertas dimensiones que se ponen en juego a la hora de la que se hace un texto con un enfoque poético.
“Estas son: la sonoridad, la imagen verbal y el juego de significados; Pound le llama melopea: capacidad de generar ritmo y melodía; fanopea: capacidad de crear imágenes y logopea: capacidad de transmitir ideas mediante las imágenes que crea“, refirió el escritor, actualmente catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Consideró que estos elementos hacen que el poema tenga una emocionalidad que a la postre resulta una complicación para el traductor.
En esto coincide el poeta Jorge Esquinca, quien ejemplificó con una anécdota personal, esa dificultad de transmitir la esencia del concepto original.
“Mi primer contacto con la traducción se produjo a mis nueve años, cuando le pedí a mi madre que hablaba inglés con toda corrección, que tradujera una canción de Los Beatles.
“Mi colaboración en el proceso se limitó a colocar una y otra vez, la aguja de la torna mesa en el track de `Yesterday´ y anotar en una hoja, las frases que dictaba mi madre; el resultado fue una versión bastante aceptable de la canción, y recuerdo que mi madre comentó: `es una letra muy hermosa, pero le falta la música´, y esa música era no sólo la que surgía de los instrumentos , sino la música de los versos, la de la lengua original“, relató, quien obtuvo el Premio Nacional de de Traducción de Poesía en 1991.
Y por su parte, Eduardo Langange consideró importante mencionar que en los últimos años se le ha dado el crédito correspondiente al traductor, ya que en el pasado no se hacía.
“Creo que una de las grandes cosas que han sucedido en la traducción, es que hace muchos años, no demasiados, pero ya varios, el crédito del traductor viene a la par, lo cual me parece fundamental, ya que nosotros leímos libros traducidos, pero nunca supimos quien era el traductor“, apuntó quien fue uno de los primeros en traducir en México a José Saramago para las revistas Plural y Biblioteca de México.
Su traducción de 35 Son nets de Fernando Pessoa, aparece en el tomo VI de “El Oro de los Tigres”.