Cancún, QR.-
Omar Vázquez es un jardinero de Quintana Roo a quien la escasez y la pobreza lo acompañaron durante su infancia. Toda su vida ha trabajado con su creatividad y sus manos; ahora también lo hace con el sargazo.
Omar tenía el deseo de buscar el sueño americano en Estados Unidos, donde vivió durante 30 años, pero ahora su anhelo ha cambiado: quiere generar un impacto positivo tanto en el medio ambiente como en la vida de las personas de escasos recursos, brindándoles un hogar totalmente sustentable.
Todo inició hace cinco años, cuando se dedicaba a recolectar el sargazo de las playas de Quintana Roo para después hacer composta.
Tras la contingencia del alga que arribó en 2015 y después de un par de trabajos fallidos, Omar fue a su vivero para empezar a hacer pruebas. Así fue como logró crear los primeros dos bloques, como ladrillos, hechos con la macroalga.
Esa noche llovió y el jardinero estaba preocupado porque el par de bloques fueran a deshacerse o a sufrir algún tipo de daño, pero para su sorpresa, al día siguiente que llegó a revisarlos estaban intactos, habían sobrevivido a la lluvia.
Al percatarse, Omar comenzó con la construcción de más bloques y logró producir 3 mil 500 en una semana. Dos semanas después Angelita, nombrada así en honor a su madre, ya estaba lista: era la primera casa construida totalmente a base de bloques de sargazo.
“El mar es sabio y nos está diciendo algo con este arribo [masivo de alga]. Para todos es un problema, pero podemos limpiar las playas, generar casas y donarlas a personas de escasos recursos, y también generar más empleo”, resaltó el jardinero.
Con una dimensión de 40 metros cuadrados, 8 metros de largo y 5 metros de ancho, es una casa 100% orgánica, térmica, con mejor acústica y hecha en su totalidad con productos mexicanos y construida también por mexicanos.
Angelita está ubicada en Puerto Morelos, Quintana Roo, y desde el año pasado es utilizada como la oficina del vivero de Vázquez.
El propósito del jardinero es crear más casas para después donarlas a personas de escasos recursos: “Yo sé lo que es vivir así, la diferencia fue que no hubo nadie que me ayudara a mí”.
Cada casa tarda en construirse aproximadamente un mes y para ello son necesarias 20 toneladas de sargazo. El proceso es sustentable, puesto que se utiliza una cantidad muy pequeña de agua para la creación de estas infraestructuras, y la que se usa es recolectada de lluvias y charcos.
No es necesario ningún tipo de pegamento, puesto que el mismo lodo que se crea se le da esta función.
Con respecto al olor que emite el alga, comentó que cada bloque es inodoro: “Esa pregunta se la tienes que hacer a Dios. No sé cómo, pero cuando elaboré los bloques el olor ya no estaba”.
Cada tabique pesa alrededor de 5 kilogramos y está compuesto de 60% de sargazo; el resto está hecho de otros productos orgánicos que son mezclados. Además, tiene un costo de entre 25% y 27% más bajo que un bloque convencional.
“Es viable construir estas casas en toda partes, puesto que son resistentes, antisísimicas y antihuracanes, además de que también pueden funcionar como muros divisorios. Tú les puedes dar el acabado que quieras”, añadió Vázquez.
Aseguró que a futuro se piensa llevar este proyecto a lugares de América Latina y de Europa, en donde tienen exceso de sargazo.
“Hay que afianzar lo que está en México y llevarlo al exterior”, finalizó Omar Vázquez.