Estados Unidos.-
Mientras Estados Unidos todavía está en su enésima introspección sobre qué hacer con sus armas y si debe controlarlas más, una redada antidrogas en un barrio residencial de la ciudad de Filadelfia se convirtió en un tiroteo que se saldó con múltiples heridos y la rendición del agresor.
El enfrentamiento empezó pasadas las 16:30 horas de este miércoles, en el vecindario Nicetown, cuando la policía entró en una casa con una orden de registro de narcóticos. Los agentes fueron recibidos a tiros y al menos siete resultaron heridos, seis de ellos por disparo de múltiples tipos de bala: uno en la cabeza, otros en brazos, la mayoría en diversas partes del cuerpo. Todos fueron trasladados a hospitales cercanos y no se teme por la vida de ninguno.
La situación era extremadamente peligrosa y fuentes oficiales aseguraron que el sospechoso estaba transmitiendo en vivo el suceso a través de las redes sociales. Se mantuvieron negocios y edificios cerrados por la emergencia hasta asegurar que no había peligro para nadie.
“El atacante disparó múltiples veces. Los agentes dispararon de vuelta, muchos de ellos huyeron a través de ventanas y puertas para escapar del torrente de balas”, señaló Richard Ross, comisario de la policía de Filadelfia.
Algunos testigos aseguraron a medios locales que habían oído más de cien disparos. “Pensé que era un tiroteo normal, tampoco estamos en el mejor de los barrios aunque no es malo”, dijo un testigo, creyendo que se trataba de una reyerta entre bandas. “Parecía una guerra, la escena que ves en una guerra. Las armas, el fuego, el ruido, como si muchas bombas cayeran a la vez”, comentaba otra vecina.
De forma oficial se determinó que un hombre, quien estaba atrincherado en el edificio al que ingresaron los agentes era el tirador y durante casi siete horas no dio indicios de querer dejar las armas o ceder en su intento de mantenerse lejos de las garras de los agentes.
El suceso se agudizó al saber que había dos agentes atrapados dentro del edificio, que las autoridades creyeron que no corrían peligro; sin embargo, por la noche se confirmó que fueron liberados por un equipo SWAT.
“Estamos intentando conseguir que salga de forma pacífica, pero está rechazando hacerlo”, lamentó Ross, tres horas después del inicio del suceso. Intentaron comunicarse a través de parlantes y celulares y, tras varias horas, entablaron contacto y le dijeron que no buscaban lastimarlo.
La policía contó que un abogado estaba también intercediendo para que el agresor se entregara. Finalmente, el jefe policiaco Eric Gripp tuiteó que el sospechoso estaba bajo custodia y las autoridades habían ingresado a revisar el edificio.
Durante muchas horas, los disparos no dejaron de sonar, a ráfagas y de forma discontinua. Las televisoras empezaron a transmitir en vivo todo lo que sucedía, con cámaras por tierra y aire, de un despliegue con decenas de unidades y oficiales preparados con armas en mano.
Un video mostró cómo trasladaban un policía herido en un coche oficial. En otro, dos agentes cargaban un hombre y lo ponían en otro vehículo. En otras imágenes se veía decenas de oficiales en el suelo, usando sus carros como barricada.
También se difundieron las llamadas y comunicaciones entre agentes, pidiendo más refuerzos y que llegaran los cuerpos de operaciones especiales. La policía tuvo que pedir que dejaran de emitir todo lo que sucedía, porque ponían en riesgo las posiciones de los agentes.
“La situación es muy volátil”, había dicho Ross, al lamentar la falta de éxito en los intentos de acabar con el asunto. “No hay ninguna indicación de que se vaya rendir”, confesó horas antes de que se entregara el sospechoso.
El alcalde de la ciudad, Jim Kenney, mostró su “enfado por el hecho de que alguien pueda tener esta cantidad de armas”. El Consulado de México en la ciudad reportó que no había connacionales afectados por los hechos.