Monterrey, N.L.-
Como una experta “cocinera” Lila Downs mezcló con minuciosidad los ingredientes necesarios para enseñar a 2 mil 500 regios cómo preparar el mole a ritmo de cumbia, calentó el ambiente con un “Comalito” y llevó a los espectadores al mismísimo cielo a bordo de un tren musical, cuya parada en Monterrey ocurrió anoche en el Auditorio Banamex.
A menos de un año de su anterior actuación en la Ciudad, la cantante oaxaqueño-estadunidense regresó con más “enjundia”, y alegría para conquistar a la audiencia que desde el principio se le entregó de forma incondicional.
Era una complicidad única, de esas que sólo se dan entre una gran artista y su público.
A ritmo de cumbia, norteñas, bolero y rancheras Lila y sus seis músicos compartieron emociones a través de historias convertidas en canciones que enternecieron, emocionaron y contagiaron de alegría a los asistentes.
Fue un concierto ligero. Con su talento y simpatía Lila se encarga de que el tiempo pase volando. La producción tampoco fue nada del otro mundo: Sólo ella, sus músicos y una pantalla al fondo. Pero no hizo falta nada más.
Casi puntual, a las 21:17 horas ya estaba en escena moviéndose cadenciosamente mientras mostraba, orgullosa, una botella de “Mezcal”.
“Aquí también se toma mezcal, ¿verdad?”, preguntó y luego tras hacer la señal de la cruz le dio un trago y compartió un chorro con alguien que estaba en primera fila.
Continuó con “Tu cárcel”, del Buki “mayor” y se puso festiva con el son jarocho, “Los pollos”.
“Muchos lo llaman ´La bestia´, pero a ese tren que cruza Centroamérica yo le llamo el ´Tren del cielo´”, expresó Lila antes de interpretar este tema que hace referencia a la aventura de los migrantes centroamericanos que arriesgan todo para llegar a Estados Unidos.
Lila iba de lo solemne a lo jubiloso como sucedió en esta parte del concierto en la que cantó “Piensa en mí”, de Agustín Lara y después “Naila (Cumbia”).
“Les vamos a pedir que se paren y bailen con nosotros. Si no vienen con su novio o novia, bailen con la persona de al lado”. Y muchos le hicieron caso.
Una de las mejores interpretaciones de la noche fue la de “Fallaste corazón” cuya primera parte cantó mientras estaba de rodillas.
Luego vinieron “La madrugada”, en la que retomó el ritmo alegre, “Vámonos”, de “el más querido poeta mexicano, José Alfredo Jiménez” y “Cuando me tocas tú”, de la inspiración de Lila y que formará parte de su siguiente disco.
La gente estaba feliz escuchando “Zapata se queda” y de pie ovacionó el poder vocal de Lila cuando cantó “Cucurrucucú paloma” cuyo impresionante falsete hizo que varios derramaran lágrimas y luego hubo a quienes se les despertó el apetito cuando escucharon “Cumbia del mole”.
“Todas las mujeres aprendemos a pelar chile, a moler ajo, sazonar la cebolla y a preparar eso que llamamos mole”, comentó Lila.
Con “Cruz de olvido” recordó a Chavela Vargas y antes de “Comalito” dijo: “Quiero agradecer a esa gente hermosa que cree en este hermoso México, que agradece la tortilla que comemos, que agradece el chile que se da, allá en el monte.
“Les quiero agradecer porque somos nosotros los que vamos a sacar adelante a este país”.
“La cucaracha” volvió a poner a todos de pie, mientras Lila bailaba moviendo su rebozo coquetamente.
Se despidió con “¡Qué viva Monterrey!” y junto a sus músicos hizo una caravana, pero el escenario seguía en penumbras y el público pedía una más.
Para el encore, la artista seleccionó la jocosa y trágica historia de “Tacha la teibolera” y cerró con broche de espectáculo con el bolero “Un poco más” a las 22:50 horas.
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