Monterrey, Nuevo León.-
Valeria Luiselli conoció muy de cerca la situación de los niños centroamericanos refugiados en Estados Unidos cuando trabajó como traductora en la Corte de Migración de Nueva York y al escuchar sus historias decidió que debía compartirlas.
El pasado sábado 12 de octubre, la primera mexicana en obtener el American Book Award 2018, presentó su novela “Desierto sonoro” en la Feria Internacional del Libro de Monterrey acompañada de la también escritora regiomontana , Gabriela Riveros.
“Me involucré como traductora en la corte de migración del español al inglés para que fuera más fácil encontrar abogados. El gobierno de Barack Obama de manera muy cruel redujo el tiempo para encontrar un abogado de un año a 21 días”, compartió con el público la también autora de “La historia de mis dientes” (2014).
La novelista, de 36 años, expresó que no podía quedarse con todo esa rabia que sentía por no poder hacer nada por los niños que se encontraban en esta situación vulnerable y por eso escribió el ensayo “Los niños perdidos”-
Gabriela Riveros mencionó que tanto en la novela “Los ingrávidos” como “Los niños perdidos”, el ensayo ligado a la novela “Desierto sonoro”, se percibe el contraste en la mirada de los niños, porque sus voces son un especie de contrapunto para los lectores, ya que ellos tienen una lucidez extraordinaria.
Destacó que entre las historias narradas por Valeria, en una de las páginas del libro, está la de Manuela, la madre de dos niñas, aquellas que nunca se quitaron el vestido donde su abuela coció en el cuello el número de teléfono que tenían que marcar una vez que cruzaran la frontera de México a Estados Unidos.
En este episodio, la autora explica que esta mujer Manuela le pidió que la acompañara a reunirse con la posible abogada y en ese encuentro se enteró de cómo tuvo que pagarle a un coyote para que trajera a sus hijas aún pequeñas.
Y aunque las hermanitas llegaron sanas y salvas, el coyote las abandonó en el desierto durante la noche. Posteriormente fueron encontradas por elementos de la Patrulla Fronteriza, quienes localizaron a la madre y uno de ellos le recomendó buscar a un abogado y en el momento que Valeria traducía su historia, la abogada le dijo a Manuela que no podía llevar el caso porque consideraba que no era lo suficientemente sólido.
“A medida que iba avanzando la entrevista me di cuenta que no iba a haber caso y nunca supe qué pasó con esas niñas que habían llegado a reunificarse con su madre, si las iban a deportar o no, y qué iba a pasar entonces.
“Es una historia que mi hija me escuchó contar en una cena familiar y se quedó ella también obsesionada con la historia y me preguntaba cada tanto por las dos niñas y si siempre les había encontrado abogado, pero hasta la fecha no sé y en la novela hay un ensayo de respuesta posible qué pudo haber pasado con ellas y qué pudo haber pasado con tantos otros niños”, reveló Valeria Luiselli.