Guadalajara, Jal.-
La amistad es un elemento importante a lo largo de la vida y permite un crecimiento, en una época determinada, sobre ideales constructivos comunes, afirmó el académico universitario, Antonio Sánchez Santillón.
“Establecer lazos fraternos ayuda a crecer en compañía de personas que comparten los mismos ideales”, aseguró Sánchez Santillón, quien es jefe del Departamento de Salud, Psicología y Comunidad del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).
En el marco del Día del amor y la amistad, recordó que el filósofo Aristóteles dijo: “Mi amigo es mi otro yo”. En Prometeo encadenado, Esquilo, dramaturgo griego, señaló que los lazos de amistad pueden ser tan fuertes como los lazos de sangre.
“No es fácil generar lazos de amistad, pero ya establecidos los lazos, estoy de acuerdo con Esquilo totalmente, porque se vuelven lazos tan fuertes como los lazos entre hermanos. Lo lindo y lo valioso es poder establecer una relación entre pares”, afirmó el experto.
El académico destacó que la base de cualquier relación humana es el respeto. En el caso de la amistad, también cuenta el placer de convivir y disfrutar con otra persona, sin querer sacar provecho de ella.
“La amistad es un tipo de placer relacional. Saber disfrutar al otro, que está más allá de la utilidad de ‘yo soy tu amigo porque me sirves para algo’. El placer del encuentro, del estar con el otro por el placer de compartir la vida, yo creo que es una sustancia fundamental de la amistad, no está basada en la utilidad”, dijo.
Resaltó que no se aprende a ser amigo con instrucciones, sino con el ejemplo. “Si los hijos ven que los padres se relacionan cariñosamente, aprenden a relacionarse cariñosamente. Cuando tú estás en ese canal, no tienes que hacer un performance, ni preparar nada. Ellos lo ven. Tú te relacionas naturalmente y ellos lo asimilan naturalmente”.
Sánchez Antillón mencionó que en el caso de los hermanos, “ellos también aprenden a fortalecer sus lazos filiales”, pero siempre en el respeto, bajo circunstancias de relación semejante.
Asimismo, añadió, los padres pueden ser amigos de sus hijos siempre y cuando no establezcan esta relación como si fueran pares y los papás mantengan su papel de autoridad.
Aseguró que cuando los padres pueden relacionarse con los hijos en una relación amorosa, tierna, de respeto, aparte del gran amor paterno-filial que existe, generan un lazo muy fuerte de cariño.
“Porque a veces puede haber respeto, pero una relación de distancia y de desconocimiento que no genera ese lazo filial. Sí de respeto a la autoridad o a la distancia o al imaginario de que es mejor temer, lo que sea.
No es que el padre diga ‘somos amigos, vámonos de parranda’, nunca va a ser así. Claro que si la relación se estableciera así, de pares, de iguales, sí es perjudicial para ambas partes”, explicó.
Reiteró que sí es factible que sea perjudicial, porque si el padre realmente acompaña al hijo como un par en todo lo que significa el proceso de transgredir las normas para poder tener una posición moral individual, al sujeto se le cae la referencia de dónde está colocado el elemento de la ley.
“El padre no puede ser el que establece la ley y la transgrede, ese es el problema”, recalcó el académico y añadió que se trata de una relación totalmente distinta.
“El hijo sabe que puede recurrir a él y que lo va a escuchar, y que si está tambaleando en alguna situación lo va a acoger y le va a dar alguna orientación de cómo moverse en la vida. Para eso se necesita una relación filial, pero no necesariamente fraterna, de par”, detalló.
Con respecto a los hermanos de corazón, consideró que si la persona aprende a relacionarse amorosamente en su casa, es más fácil que establezca lazos de amistad fuera de ese entorno y esas amistades pueden permanecer a lo largo de la vida o perderse conforme las personas maduran o cambian de intereses.
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