Monterrey, N.L.-
En Monterrey la semana de la Virgen ha iniciado. Por motivo del 12 de diciembre, Día de la Virgen de Guadalupe, la Colonia Independencia albergará las peregrinaciones.
Entre sus calles se encuentra la Basílica de Guadalupe, una de las iglesias más populares de la ciudad y del estado.
Al ser una de las celebraciones religiosas con más tradición y arraigo en la región, los días durante y después del festejo se vive una fiesta a los alrededores iniciando el “Maratón Guadalupe-Reyes”.
Estimaciones oficiales aseguran que serán cerca de 2 mil peregrinaciones con la asistencia de más de un cuarto de millón de personas.
Al llegar al punto donde comienza la “Indepe” noté algo que no suele verse todos los días: elementos de tránsito agilizando el tráfico.
Vi gente de todas las edades cruzando las calles y ante mi inexperiencia en estos rumbos le pregunté a uno de los oficiales: “¿Cómo llego a la Basílica?” Muy amablemente me dio instrucciones claras y remató con lo siguiente: “no hay pierde güero, ahí donde veas que todos van en caravana, síguelos”.
Seguí las indicaciones y confirmé que iba en el camino correcto al ver a los “viene viene”. Familias completas, parejas y adultos mayores se bajaban de los vehículos para visitar la iglesia.
Di vuelta en la calle Jalisco y sabía que estaba cerca al ver la característica figura piramidal del santuario. Además, toda la cuadra estaba abarrotada de puestos, donde ofrecían desde churros, pan caliente, garnachas, cobijas, rosarios y flores de la temporada.
En las afueras del templo se celebraba una misa al aire libre en honor a la guadalupana donde hasta mariachi le llevaron, menuda recepción. Aproveché el momento y escuché el cierre de la ceremonia.
En ese momento corroboré un pensamiento que traía de hace tiempo: México es un país bastante devoto.
Al finalizar el rito los sacerdotes padres comenzaron con la tradicional bendición con agua bendita, cuando de pronto escuché a unas señoras cerca de mi gritar:
“córrele comadre que quiero alcanzar”.
Opté por darle un recorrido a las afueras de las instalaciones y observé como todos querían tomarse una foto con la basílica de fondo. Ahí confirmé que “en la Indepe, diciembre se siente”.
Los puestos ambulantes abarrotaban la calle Jalisco y sus contra esquinas. Ante la amplia gama de los productos que ofrecían todo se antojaba.
Si había una semana en la que los puesteros iban a hacer “su domingo”, es esta, tenían que aprovechar la alta afluencia y a simple vista, la gente estaba cumpliendo.
Un colega me dijo: “los churros de la Indepe son una delicia, no solo vayas a probarlos, tráeme unos.” Encontrar estas frituras fue bastante fácil, eran los locales que predominaban en la colonia.
Lo complicado fue hallar un lugar que cumpliera con “las tres B”: bueno, bonito y barato. Por donde pasará no faltaba el característico “pásele güero, llévele sus churros” hasta que me decanté por uno que los anunciaba a 3 por 10. Hice fila y cuando fue mi turno decidí hacerle conversación a la chica que me atendió.
— “Pues me dijeron que los churros de la Indepe son los mejores, ¿qué tan cierto es”? a lo que me respondió: “estás en lo cierto güerito, viniste al lugar correcto”.
Al momento de pagar la joven me dijo: “me caíste bien güero te los dejo en 30 pesos”.
Me cayó de maravilla escuchar eso, por lo que me fui más que contento con churros en mano.