Don´t F**k with Cats: Hunting an international killer, 2019
Si no fuera un caso tan mortalmente serio, la historia del asesino de los gatos parecería un chiste que pasaría directo a la historia de las noticias falsas.
Lo sorprendente es que todo este episodio criminal fue cierto y estuvo rodeado de elementos tan insólitos que lo hacen excepcionalmente atractivo.
La miniserie de tres capítulos, original de Netflix, es una absorbente pieza detectivesca que conjuga el amor por las mascotas y un sicópata que anda por el mundo escapando de la justicia, pero dejando tantas huellas como para no suponer que, en realidad, lo que desea es ser capturado.
El relato comienza con la exhibición de un video espeluznante: un loco anónimo publica en redes sociales el crimen cruel de gatitos.
La breve imagen provoca indignación generalizada, pero nadie hace nada. O casi nadie. Un par de personas encariñadas con los animales comienzan a analizar el video, al punto de obsesionarse con su origen. Revisan cuadro por cuadro y extraen pistas con las que empiezan sus pocas pesquisas.
La progresión de la búsqueda los lleva a elaborar una lista de sospechosos, hasta que dan con uno que puede ser el responsable.
Sin embargo, la revelación de esa persona conlleva sorpresas mayúsculas que los guía a arriesgar su propia vida y la de otros que podrían estar en su lista negra.
La serie es breve e intensa, dirigida al público adulto. Lo que inicia como una situación insólita se va transformando en una acumulación de situaciones cada vez más atroces, que atraen la atención de la policía. La sorpresa final es mayúscula, con revelaciones que demuestran que, en la intención de obtener notoriedad, algunos dementes llegan a extremos francamente ridículos, con un desafortunado añadido homicida.
(NC-17. No apto para menores de 18)
Netflix
@LucianoCamposG