Washington, E.U.-
Las encuestas son pésimas para Donald Trump, la sangría de votantes es alarmante, y quizá por eso el presidente de Estados Unidos decidió cambiar de estrategia en el segundo y último cara a cara electoral frente a su rival Joe Biden. Indirectamente reconocía que ya va a la desesperada, en búsqueda de un salvavidas que todavía le dé un poco de aire para apostar por una reelección que parece estar lejos.
El cambio de juego fue significativo. Donde hace tres semanas hubo caos, este jueves hubo debate. Donde hace tres semanas hubo descontrol, este jueves hubo moderación.
Ambos llegaban preparados para la contienda, última oportunidad para mover al menos de 6% de electorado que todavía dice estar genuinamente indeciso con su voto. Era la última oportunidad real para contrarrestar a su rival, presentarse en oposición directa a su contrincante. Trump, dañado del primer envite por su carácter agresivo, pareció otro, en momentos educado y comprensivo.
Gran parte del éxito de la noche, del retorno a una normalidad de un debate tradicional y sin aspavientos ni escándalos, fue por el buen hacer de la moderadora, Kristen Welker.
La segunda mujer negra en la historia en moderar un enfrentamiento electoral incluso recibió la felicitación de Trump al terminar la contienda. Ayudó también, y mucho, la amenaza de silenciar micrófonos: acabaron las interrupciones excesivas y el diálogo fue fluido.
La normalidad de la velada sirvió entonces simplemente para demostrar que Donald Trump y Joe Biden sólo comparten que son hombres blancos septuagenarios. Su visión del país es radicalmente opuesta, ya conocida de sobra por el electorado y la opinión pública, lo que hace prever que el debate, sin grandes escándalos ni errores ni salidas de tono ni frases memorables, tenga un efecto será mínimo.
Especialmente cuando, a falta de 11 días de campaña, más de 48 millones y medio de estadounidenses ya han votado, superando la cifra de los votos anticipados de todo 2016. Parece que los votantes tienen claro qué van a hacer y un debate de este tipo, en una sociedad tan mediatizada, no va a afectar demasiado.
Sí que hubo novedades en las temáticas. Por primera vez se habló de migración, en parte gracias a que el día antes se supo que el gobierno de Estados Unidos todavía no ha conseguido reunificar a 545 niños con sus padres, después de ser separados en la frontera dentro de las políticas implementadas por la administración Trump para disuadir de la llegada de migrantes. Biden, sin tapujos, acusó al presidente de haber liderado una acción “criminal”, dejando a decenas de menores abandonados, solos, “sin lugar dónde ir”. Trump reviró, asegurando que les está cuidando muy bien y su gobierno está “intentando duramente” resolver ese asunto.
La estrategia de Trump, como en casi todo, es culpar a los anteriores de todos los males, y también sucedió en inmigración, criticando las acciones de la administración Obama al respecto. Su retórica habitual lo traicionó, al escapársele que sólo los migrantes indocumentados con “bajo coeficiente intelectual” son los que aparecen en las cortes de migración para el seguimiento de sus casos.
Biden, por su parte, lanzó sus dos grandes propuestas en la materia: su prioridad de entregar al Congreso una propuesta de camino a la ciudadanía para los 11 millones de indocumentados que se estima que hay en EU, y la certificación para que el programa DACA, que da un respiro a la deportación a decenas de miles de jóvenes, sea permanente.
Tanto Trump como Biden demostraron que llegaban al evento preparados. Ambos tenían afilados sus cuchillos, esperando los mejores momentos para intentar dar una estocada. El presidente apostó por insistir en el historial de su rival como un político que no hizo nada en décadas de servicio público, y trató de lanzar un golpe bajo al tratar de dar relevancia a una acusación de corrupción ucraniana que medios conservadores están tratando que tenga visibilidad, en la que está involucrado uno de los hijos del exvicepresidente, Hunter Biden.
El demócrata, por su lado, se lanzó contra su negativa de hacer públicas sus declaraciones de impuestos, insinuando corrupciones o conflictos de intereses; le acusó de “poner gasolina a todos los fuegos racistas”; y puso de manifiesto la gestión deficiente del gobierno estadounidense ante la pandemia de Covid.
“Alguien que es responsable de tantas muertes no debería seguir siendo presidente de Estados Unidos”, dijo Biden, quien alertó de un “invierno oscuro” por la falta de plan de la administración actual. “Asumo toda la responsabilidad. Pero no es mi culpa”, respondió Trump, acusando a China de todos los males pandémicos.
Al final nadie salió lastimado. Biden supo aguantar mejor el tipo y dar en el clavo en momentos cruciales, pero tampoco terminó de rematar a un rival que, enrocado en su discurso de siempre —y siendo el terror de los que se encargan de verificar datos y falsedades—, se defendió en su nueva versión moderada. Nada va a cambiar por este debate.
Opiniones divididas:
Tras el último debate entre el presidente Donald Trump y el candidato demócrata Joe Biden, esta es la evaluación de los especialistas:
Nombre
Solange Márquez
¿Quién ganó?
Joe Biden
El argumento
Biden ganó el debate. A diferencia del primer debate, se vio a un candidato estructurado y contundente, menos dubitativo, presentando datos y propuestas claras. En contraste, a pesar de que vimos a un Trump diferente, más civilizado, más calmado que el que vimos en el primer debate, siguió sin ser capaz de contrastar los datos duros, particularmente en temas como Covid-19, migración o cambio climático.
Nombre
Enrique Berruga
¿Quién ganó?
Ninguno
El argumento
Es triste para el votante norteamericano tener una oferta política tan pobre. El debate dejó la impresión de que ninguno de los dos candidatos conecta con la realidad estadounidense actual y que los candidatos están más preocupados con la ganancia electoral que con mostrar propuestas e ideas que estén a la altura de los muy complejos retos actuales. El debate de anoche no va a alterar las opiniones de los electores. Las fobias y las filias no cambiaron.
Nombre
Gabriel Guerra
¿Quién ganó?
La moderadora y el público
El argumento
Un debate en el que ganan la moderadora y el público, gracias a las reglas más estrictas. Ambos candidatos quedan a deber y empatan. Pierde Estados Unidos.
Nombre
León Krauze
¿Quién ganó?
Joe Biden
El argumento
Más disciplinado que el energúmeno que vimos hace tres semanas, Donald Trump cambió de tono y estrategia, pero Joe Biden logró evitar un error mayúsculo. Al no perder, terminó ganando. Dudo que este debate cambie la dinámica de la campaña.
Nombre
Mauricio Meschoulam
¿Quién ganó?
Ninguno
El argumento
Desde mi punto de vista no hay un claro ganador. Sin embargo, ya sabemos que los debates no son el fuerte de Biden y quien necesitaba urgentemente los votos es Trump. Aunque Trump se mostró más tranquilo, y su mensaje fue más cuidado y dirigido, no veo que como resultado de este debate las encuestas se vayan a mover demasiado y en ese sentido Trump pierde.