Hasta hace algunos años un maestro era una figura que representaba autoridad, admiración y respeto, tanto en el salón de clases como en la sociedad.
Pero algo pasó que de un tiempo a acá la cosas cambiaron y ahora se les debate, se les encara, se les enfrenta y a veces, hasta se les amedrenta.
Su labor ya no es reconocida como y se ha cambiado el “hazle caso a tu maestra” por el “ya verá esa maestra”, si acaso se le ocurrió llamarle la atención a alguna criatura.
Es cierto qué hay maestros de todo tipo, que no todos tienen la vocación de serlo, que no todos le echan ganas y uno que otro se ha echado a la flojera en esta cuarentena.
Por supuesto que también están los que quieren trabajar ahora todo lo que no trabajaron durante las clases presenciales, ¡oh, si que los hay!
Pero para el maestro comprometido las cosas no han sido fáciles, el trabajo ha aumentado considerablemente, y además, ¿alguien se ha puesto a pensar que también tiene familia?, ¿hijos que atender?
Mucha tarea, poca tarea, está al pendiente del watsapp, se tarda en contestar, encarga actividades lúdicas, deja muchas matemáticas, da clases online diario, da clases solo un día… nada les gusta a los padres.
Todo mundo habla de la educación, de cómo ha bajado la calidad durante esta cuarentena, de cómo las nuevas tecnologías han servido, de cómo los padres y los niños sufren, pero, ¿alguien ha pensado en los maestros?
Las madres de familia ansían, sueñan y desean con que sus hijos vuelvan a las aulas, porque la educación es casa no es igual, pero… ¿realmente esa es la causa?
Alguien se ha puesto a pensar ¿qué será de esa maestra que también es madre?
“Las clases presenciales quizás retornen en un modo escalonado; lunes y miércoles unos, martes y jueves otros, el viernes irán los que están rezagados; pero los que no quieran volver podrán continuar desde casa”, dicen las autoridades de la Secretaría de Educación.
¿Cuántas planeaciones tendrá que hacer esa maestra? Porque déjenme les digo que no se trabaja igual en línea que en presencial.
¿Qué va a hacer esa maestra madre con sus hijos en un esquema así?
“Pues es su trabajo”, dicen muchos, pero es precisamente ese pensamiento, esa falta de empatía la que nos tiene en el hoyo; ese “primero yo y friéguense los demás”.
He visto comentarios de personas que hasta parece que les da coraje que vacunen a los maestros, que si porque faltan muchos otros sectores de la población; cierto, pero, ¿no eran los padres los que querían que se reanudaran clases presenciales? o ¿estaba bien que los maestros volvieran sin protección alguna?
¿Qué faltan los niños de vacunar? Es cierto, pero por el momento no hay ensayos que proporcionen evidencia que diga qué efectos tendría la vacuna en ellos, porque déjenme decirles que los niños, no son adultos pequeños.
¿En serio confían en los protocolos para el regreso a clases?, ¿El gobierno proporcionará todo lo necesario?, ¿lo creen? porque si no, ya imagino el show para que muchos padres paguen la cooperación para comprar cloro, desinfectantes o gel antibacterial.
¿Ubican a esos pequeñines que mandaban con el uniforme sucio, sin bañarse o a veces hasta sin comer?, ¿Creen que esos padres ahora mágicamente se volverán responsables?
¿Recuerdan a los niños que mandaban enfermos a la escuela y no avisaban solamente para que se los recibieran?, ¿De veras piensan que les van a checar la temperatura antes de salir de la casa, echarles gel antibacterial y avisar si hay algún caso de Covid en la familia? yo lo dudo.
Y aquí es donde pienso en los maestros, tu lidias con uno o dos hijos, yo con tres, el maestro con 30 niños, a veces menos y a veces, hasta más.
Siempre es más fácil echarle la culpa al maestro cuando algo malo pasa, así que espero, no vayan a culpar a uno, Dios no lo quiera, si surge un caso dentro de un aula; “es su culpa, no siguió los protocolos”, ojalá no me toque leer o escuchar nunca.
Si es cierto, a veces “se la bañan” con tanta tarea, pero, ¿es culpa de ellos o de la SEP pensando que deben desquitar el sueldo?, no me extrañaría.
Una amiga maestra me platicó una vez que, una mamá le marcó por videollamada a las 3 de la mañana, ¡tantita madre por favor!
En fin, no importa si consideras si el maestro de tu hijo es bueno o malo, enseñemos a nuestros hijos a respetarlos, y la mejor manera de hacerlo es con el ejemplo.
Tampoco estaría mal una poca de empatía, porque déjenme decirles que no la han tenido fácil.