Una de las preguntas recurrentes que me hicieron en relación al primer número de CapacitARTE, fue que qué significaba el orinal de la portada. La respuesta es muy sencilla y lógica, significa la primera ruptura conceptual entre el arte del siglo XIX y el arte del siglo XX. La obra se llama “La Fuente” y fue expuesta en New York en 1917 y está considerada por algunos como el primer Reddy-made. Es por lo tanto, el antecedente histórico de lo que ahora se denomina arte contemporáneo. En este número viene una nota sobre su autor Marcel Duchamp en donde se explica con algún detalle el sentido con el que se hizo este arte.
Uno de los aspectos en el que no se ponen de acuerdo los historiadores y los críticos, es en la fecha en que se crea el Arte Contemporáneo, algunos lo sitúan inmediatamente al final de la Segunda Guerra Mundial, otros a partir de los años cincuentas. Otros lo ubican desde 1968 y los más radicales toman en cuenta solamente las tres últimas décadas del siglo XX y proponen un esquema móvil, es arte contemporáneo lo que se haya producido en las tres últimas décadas a partir del hoy, sea éste el que sea. Lo cual nos lleva a pensar que si nos basamos en un esquema únicamente temporal, sin tomar en cuenta las técnicas ni las categorías estéticas, muchas obras ahora consideradas contemporáneas, dejarán de serlo por el sólo paso del tiempo.
Esto, por atractivo que resulte, no puede ser el non plus ultra de una discusión que se va dando al tiempo que surgen las creaciones y que quizá sea una de las características de estas creaciones en su sentido historico y que tiene como eje la impermanencia, es decir, el dejar de ser cuando el fluir del tiempo lo determine y permanecer vigente únicamente por treinta años para luego convertirse en otra cosa, arte residual, moderno o como se le quiera llamar, pues hay muchas expresiones del arte contemporáneo que son efímeras en su especificidad y de las cuales sólo queda el testimonio documental o el proceso de planeación.
Haya surgido en 1945, 1950 o1968, y sea o no ubicuo en el tiempo, la verdad es que todavía debemos verlo como un arte del futuro si tomamos en cuenta el número de espectadores y degustadores con que cuenta en nuestro país. Pues así como hay espacios del entramado social donde se vive en el siglo XIX o primera mitad del XX y hay mentalidades que bien pudieran estar ubicadas en el XVIII, las propuestas del Arte Contemporáneo difícilmente podrán ser aceptadas mientras los estándares del conocimiento estético sigan anclados en el siglo XIX teniendo a la belleza como central y a lo bello como única categoría de la obra de arte.
Quizá el principal impedimento para comenzar a cambiar esta condición, sea terminar con una veladura mental que nos tiene presos en ese pasado idílico en el cual el arte servía para que la “gente decente” hiciera bien la digestión. Las categorías estéticas contemplan todas las realidades y las percepciones que se tienen de ellas, así como los estados de ánimo, psicológicos y espirituales que el hombre puede experimentar a través de la percepción de esas realidades.
Por otra parte, desde sus primeros antecedentes con Dadá por ejemplo, su posición fue la de escandalizar a esas buenas conciencias y ese espíritu no se ha perdido, pues aunque se presta a algunos excesos: Exponer un caballo muerto mientras se lleva a cabo el proceso de descomposición para que el publico reaccione al impacto visual, olfativo y sonoro del proceso, Pintar con sangre humana de personas fallecidas por muerte violenta, o matar a un perro de hambre frente a grandes cantidades de comida industrializada para perro, o incluso el suicidio en un Performance, estos excesos han sido parte de la búsqueda y ésta se realiza cada vez más por cauces creativos porque afortunadamente la explosión tecnológica le permite una gran variedad de instrumentos para la creatividad.
Sin embargo, querámoslo o no, el arte contemporáneo es la expresión visual, táctil y cinética del futuro, sus posibilidades son tan amplias como nunca antes se habían tenido y su espíritu de experimentación, más allá de los ejemplos anotados en el párrafo anterior, abren posibilidades inimaginables a la creatividad humana. Quizá tarde mucho tiempo en que este arte sea entre nosotros realmente contemporáneo, y no un arte del futuro, de nosotros depende porque los frenos, no están fuera sino dentro de nuestra mente.
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