México, D.F. / Oct. 28
Sólo unas horas después de la captura de Alfredo Beltrán Leyva, “El Mochomo”, funcionarios federales que en ese momento encabezaban el combate al narcotráfico y que al mismo tiempo trabajaban para la organización criminal de los Beltrán Leyva planearon un asalto a las instalaciones de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), para rescatar al menor de los hermanos Beltrán a cambio de un pago de entre 5 millones y 10 millones de dólares.
Los funcionarios, encabezados por el director adjunto de inteligencia de la SIEDO, el ex militar Fernando Rivera Hernández, entregaron al cártel un croquis en el que detallaban el sitio exacto donde estaba detenido Alfredo Beltrán Leyva, cuántos guardias resguardaban el edificio y señalaban la hora idónea y el punto más débil para que sicarios realizaran la operación de rescate de “El Mochomo”.
Declaraciones de testigos protegidos en México y Estados Unidos en poder de EL UNIVERSAL permiten conocer de cerca el escándalo de corrupción oficial y penetración del crimen organizado más grave de los últimos años y revelan como funcionarios de la agencia antidrogas de México que ocupaban cargos de dirección mantenían nexos con la organización criminal dirigida por los hermanos Arturo y Alfredo Beltrán Leyva.
-Fraguan el ataque
Tras la captura de “El Mochomo”, la organización de los Beltrán Leyva hizo saber a los funcionarios de la SIEDO que los mataría por no haber avisado de la operación para detener a Alfredo, pese a que mensualmente les pagaban una renta de 150 mil dólares.
Testimonios de personajes que participaron en esta historia, y que forman parte de una investigación que lleva a cabo la PGR, detallan como esta amenaza de muerte, así como un interés posterior de obtener una millonaria suma en dólares, hizo que los funcionarios que el cártel tenía sembrados en la principal dependencia antimafia del país comenzaran a trabajar.
Con el fin se servir a sus patrones del cártel, los funcionarios de la SIEDO no sólo entregaron información detallada sobre la exitosa operación militar que culminó con la capturar a Alfredo Beltrán Leyva, sino que revelaron a los capos la identidad de un elemento del Ejército Mexicano que había sido infiltrado en el circulo cercano al “Mochomo”.
El testigo protegido bajo el nombre clave de Jennifer —un hombre que trabajaba con el cártel y que fue encargado de coptar y pagar a los funcionarios de la SIEDO— reveló que el 21 de enero de 2008, a escasas horas de que fuera detenido el hermano menor de los Beltrán Leyva, él recibió la llamada de dos de sus “contactos” en la SIEDO —entre ellos el director de Inteligencia, Fernando Rivera— quienes le alertaron de que estaban a punto de detener a “El Mochomo”, en Culiacán, Sinaloa, y no había nada que se pudiera hacer para impedirlo porque el operativo lo efectuarían militares de élite que reportaban solamente al alto mando de la Secretaría de la Defensa Nacional.
De inmediato, el cártel ofreció a los funcionarios de la SIEDO 5 millones de dólares para frustrar la operación, pero Rivera explicó que “ya no se podía hacer nada”.
Jennifer colgó el teléfono y se comunicó entonces con su jefe, Édgar Valdez Villarreal, La Barbie —el jefe de sicarios de los Beltrán Leyva—, para avisarle de la detención que estaba por ocurrir. Esa fue —según el informante— la primera noticia que obtuvieron tanto La Barbie como Arturo Beltrán Leyva, el jefe de la organización criminal, sobre la detención de su hermano menor.
-Operación fallida
Unas cuantas horas después, Rivera proporcionó a la organización los detalles y la información de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) sobre cómo ocurrió esa captura.
“A las 10 de la mañana, Fernando Rivera proporcionó los detalles y la información original de la Sedena de cómo el GAFE (Grupo Aeromóvil Fuerzas Especiales) del alto mando tuvo acceso a la ubicación exacta de Alfredo Beltrán Leyva, a través de un militar conocido como El Chamaco quien fue infiltrado dentro del grupo de El Mochomo y logró llamar al GAFE, para informar sobre la ubicación precisa y condiciones de baja seguridad que permitieron la detención”, explicó el testigo protegido.
Pero no sólo eso, cerca de las dos de la tarde de ese mismo día Rivera actualizó la información al grupo: “Proporcionó copias completas de todo lo que estaba declarando Alfredo Beltrán Leyva en la SIEDO”, agregó Jennifer.
Para las cinco de la tarde, de acuerdo con el testigo protegido, Rivera entregó en persona un croquis a mano de las instalaciones de la SIEDO y de la ubicación especifica de donde estaba recluido Alfredo Beltrán Leyva.
Le reveló que de las 23:00 horas en adelante ya no iban a estar presentes las Fuerzas Especiales del Ejército y que sólo se quedarían custodiando el inmueble 11 elementos de AFI (Agencia Federal de Investigación).
“Con la entrega de un millón de pesos a cada uno de ellos, así como de tres millones de dólares para él y su gente, Rivera me dijo que se lograría neutralizar al conjunto de guardias y permitir que con una camioneta blindada se rompiera la reja de acceso vehicular en la parte de atrás de la SIEDO. No habría vigilancia excesiva ni bajas porque además se contaba con la ubicación física exacta de cada uno de los elementos de AFI”, reveló.
Sin embargo, pese a esta propuesta la operación no se llevó a cabo debido a que La Barbie —según el testigo— no le quiso avisar a Arturo Beltrán Leyva de la posibilidad del rescate y por ello el dinero no llegó para realizar el pago solicitado por los agentes federales.
El 22 de enero Rivera le avisó a éste: “Ya no es posible continuar con el rescate propuesto, ya que en esos momentos estaba llegando de nuevo el GAFE del alto mando para trasladar de las instalaciones de la SIEDO al penal de Puente Grande a ‘El Mochomo’”.
Hasta hoy, Alfredo Beltrán Leyva está recluido en una celda del penal de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco, acusado de delincuencia organizada y es procesado por un juez federal. El pasado día 15 se le dictó formal prisión a Fernando Rivera quien, paradójicamente, está preso en el misma cárcel que “El Mochomo”.
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