México, D.F. / Oct. 29
A los 12 años entró al Consejo Tutelar de Menores por robo. “Me iban a echar como dos años, pero cada 28 le prendía su veladora a san Judas Tadeo para que me ayudara y la chispé a los cuatro meses”.
Por eso, este martes Cristian visitó el templo de San Hipólito, y por quinto año consecutivo llevó su figura de papel maché que él mismo hizo mientras estuvo sin libertad.
“Todos los días le rezo para que ya no caiga en las drogas porque antes era bien drogadicto; ahorita ya no”, cuenta mientras se le ven las iniciales de su nombre tatuadas detrás de las orejas y la figura del “santo de los rateros” en su antebrazo izquierdo.
Y es que su fe, dice, es de verdad. Aunque él vive en San Lorenzo, Chimalhuacán, estado de México, tiene familia en Tepito, el barrio bravo. Relata: “Una vez mi tío estaba robando una joyería, les avisaron que venía la policía, pero él sacó su escapulario y empezó a rezar, entonces las patrullas se pasaron de largo”.
Verdad o no, ahí estaba Cristian o El Bebos acompañado de El Gansito, quien parado a la imagen gigante del santo vestido de blanco y verde, apenas le sobraban cinco centímetros de altura. Ellos fueron a la iglesia acompañados de Mariel, Macario y El Chino.
A éste último también la fe le cambió la vida. Su hermana menor estaba embarazada, pero por su corta edad “le daban convulsiones y iba a perder a su bebé”. Entonces El Chino pidió al santo por su cura. Hoy su sobrino tiene cuatro meses de nacido y de completa salud, igual que su hermana. “Por eso le tengo harta fe. Dicen que es el santo de las causas difíciles”.
Como estas, miles de historias anduvieron hoy en medio del caos vehicular que se provocó en el cruce del Paseo de la Reforma y la avenida Hidalgo, por el 28 de octubre.
Ahí, reguetoneros, rockeros, punketos y chavos banda olvidaron sus diferencias culturales y se unieron en la sola expresión de su devoción a san Judas Tadeo.
Desde la madrugada, aún con el frío que ponía la nariz roja, abundaron las figuras de yeso, madera, plástico, fibra de vidrio y papel. En cada una los collares, escapularios, pulseras y “tapetes” hablaron de las mandas que sus dueños cumplen por haberlos sacado de las drogas, la cárcel y la delincuencia.
Y como la fe no está peleada con la mercadotecnia, también los vendedores ambulantes celebraron, ya que vendieron bufandas, playeras, cuadros y hasta almohadas con la imagen y la oración del santo.
Incluso, hasta la piratería se llevó su milagro con la canción que al ritmo de banda, opacaba los rezos de la iglesia: “A san Judas tengo de aval… él me limpia los caminos con su gloria celestial”.
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