México, D.F. / Agosto 28.-
El acoso escolar, que se traduce en la jerga juvenil como agarrar a un compañero “de bajada” o “de encargo”, puede causar serios problemas emocionales en las víctimas e incluso derivar en suicidios, advirtió Milagros Figueroa Campos, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Una señal de alarma adicional es que la violencia escolar, también llamado “bullying”, comienza a ser mucho más abierta y tolerada, alertó la experta. Los números le dan la razón.
De acuerdo con un estudio exploratorio sobre maltrato e intimidación estudiantil, difundido por la Secretaría de Educación del Distrito Federal en abril pasado, alrededor de 92 por ciento de los menores encuestados había enfrentado el fenómeno de “bullying”.
Esta problemática empezó a trabajarse en países como Finlandia, Noruega y Suecia, donde a pesar de gozar de una buena economía y bienestar social, se han presentado casos de suicidio en jóvenes víctimas de acoso escolar, de los que México no está exento, destacó Figueroa Campos.
“Cuando existe el ‘bullying’ hay cambios en el comportamiento de las víctimas, quienes no duermen bien, dejan de comer, bajan de peso, están ansiosos todo el tiempo, irritables, se aíslan, bajan su rendimiento académico y ya no quieren ir a la escuela, puntualizó.
La académica explicó que el acoso escolar puede ser físico y/o psicológico. El primero, se presenta más, dijo, entre el sexo masculino, mientras el segundo, es común en el femenino. “sin embargo, en los últimos años se ha visto que en secundaria cada vez hay más violencia física entre las chicas”, sostuvo.
Se ha encontrado que el “bullying” de tipo físico se reporta más en los baños, y el psicológico puede darse dentro y fuera del aula y puede ser en el horario de entrada, salida o en el descanso; se presenta en los últimos años de la primaria y en los primeros dos de secundaria, abundó la especialista.
Desafortunadamente, sostuvo, en el caso de algunas escuelas muchos profesores, pese a ser figuras de autoridad, no identifican tan fácil este problema y los alumnos tampoco confían en ellos para contarlo porque creen que lo verían mal sus compañeros.
Lo que es peor, hay familias donde los conflictos se arreglan con violencia o escuelas donde las agresiones son muy recurrentes, particularmente en los turnos vespertinos, lo que replica el fenómeno y los riesgos a corto plazo, lamentó la académica.
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