Querétaro, Qro. / Septiembre 16.-
“Me siento contenta”, fue la primera exclamación que la indígena otomí Jacinta Francisco Marcial soltó al salir pasadas las 01:00 horas de hoy, tiempo local, del Centro de Readaptación Social (Cereso) femenil de San José el Alto, en donde estuvo recluida durante tres años y un mes.
A Jacinta, habitante de Santiago Mexquititlán, se le acusó y juzgó por el delito de secuestro en agravio de seis elementos de la desaparecida Agencia Federal de Investigaciones (AFI), cuando éstos realizaban un operativo de decomiso de productos “pirata” en el tianguis de la referida comunidad.
Sin pruebas contundentes, en medio de un proceso plagado de irregularidades y con pruebas no definitorias, Jacinta Francisco fue acusada, juzgada y sentenciada a purgar 21 años de prisión por un delito que no cometió.
Junto con ella fueron también acusadas Teresa González y Alberta Alcántara, ambas también indígenas y acusadas sin pruebas contundentes.
Finalmente, en el caso de Jacinta, esto quedó atrás minutos después de las 01:00 horas de este miércoles, tiempo local, cuando salió del penal a bordo de un automóvil particular en el que iba acompañada por su esposo, Guillermo Francisco Prisciliano, por su abogado defensor, Andrés Díaz, y por una de sus hijas.
Pidió a quienes le realizaban preguntas que por ahora ya no la cuestionaran y se concretó a decir solamente que se sentía contenta y que después podría hablar, pues quería descansar.
Bernardo Romero Vázquez, presidente del Centro de Derechos Humanos “Fray Jacobo Daciano” y quien fungió como enlace del Centro de Derechos Humanos “Agustín Pro Juárez”, instancia que se encargó directamente de la defensa de Jacinta, afirmó que ya en libertad Jacinta junto con su abogados analizarán la posibilidad de solicitar una indemnización por el tiempo que injustamente estuvo en prisión.
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