Lo mejor sería que renunciara a su cargo como director general de la Lotería Nacional, o que pidiera licencia mientras se aclaraba todo, sugirió ella.
Él respondió entonces que no es ningún delincuente, que en su labor profesional en la dependencia ha respondido, pero, dijo, además, el nombramiento se lo dio el Jefe del Ejecutivo por lo que en todo caso debería ser él quien le pidiera la renuncia, el que lo removiera.
Así, con ese pasaje, con ese encuentro-desencuentro se habría marcado la ruptura entre ella, Elba Esther Gordillo y él, Francisco Yáñez Herrera.
Una historia en espera del desenlace.
Apenas tuvo toda la información, todos los detalles, Elba Esther Gordillo, la dirigente nacional de los profesores buscó al Presidente de la República, pidió que la recibiera en audiencia.
Quería hablar con él primero, antes que con alguien más, para hacer de su conocimiento del escándalo que se había desatado en la ciudad de Chihuahua, y en el cual estaría involucrado el director de la Lotería Nacional Francisco Yáñez Herrera, quien había sido uno de los colaboradores de confianza, de los leales a la lideresa.
Una charla, entre el presidente Calderón y la maestra Gordillo de la que no hay más detalles, pero después de la misma fue que ella buscó a Yáñez Herrera, le pidió que se reunieran.
Una relación profesional, la de ellos, de más de una década.
Experto en cuestiones financieras, Francisco Yáñez conoció a Elba Esther Gordillo cuando él, en una institución bancaria participó en las operaciones relacionadas con el fideicomiso para la vivienda de los profesores que había constituido el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Después, la invitación de Elba Esther Gordillo para que se uniera a su equipo. Desde entonces, él estuvo siempre cerca de ella, eficaz, discreto, leal a toda prueba.
Un hombre tan entregado a su trabajo que por las presiones, las largas jornadas, su intensidad, entre otros factores, sufrió diversos males cardíacos.
Él, siempre al lado de ella. Poco le importaba, decía, que se comentase que su labor era la de cargarle el bolso de mano a la maestra.
“Me vale madre lo que digan. Yo hago mi trabajo, y lo hago con todo” solía manifestar Yáñez quien incluso fue nombrado Oficial Mayor del grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados cuando su jefa llegó como coordinadora de la fracción. Y con ella, tras entregar escrupulosas cuentas, se marchó.
Luego, otra vez a la labor discreta, de bajo perfil, hasta que le llegó el gran ascenso, su primer cargo importante en la administración pública, la Dirección General de la Lotería Nacional. Obvia, evidente fue la intervención de la profesora Gordillo en el nombramiento.
Y más tarde, lo que, correspondiendo a su vida personal, sentimental, se convirtió en escándalo público, primero en la capital de Chihuahua, hasta que llegó al primer círculo gubernamental en el Distrito Federal y al conocimiento de la presidenta del SNTE. Él, de acuerdo a gente con la que ha platicado, ha señalado que no cometió delito alguno, que nada debe ni teme.
Pero, en ese encuentro-desencuentro, Elba Esther le hizo una sugerencia, y la respuesta de él, se marcó el principio de una fractura.
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