Tijuana, B.C. / Nov. 3
Estrés, depresión, miedo, desesperanza y psicosis, son expresiones cada vez más frecuentes y generalizadas entre los tijuanenses ante la violencia constante que registra esta frontera. Aquí, la gente tiene la percepción de que sus calles se convirtieron en un auténtico “campo de batalla” de las bandas criminales que disputan el control de la plaza.
La dinámica cotidiana de esta ciudad obliga a la gente a conducirse con agresividad, pero esto es sólo una de las causas que la enferman. Cada vez hay más personas afectadas directamente por hechos violentos de alto impacto, ya que las balaceras y enfrentamientos entre sicarios dañan a más gente inocente, mientras la cifra de secuestros también crece.
El director de la Escuela de Psicología del Centro de Enseñanza Técnica y Superior (CETYS), José Guadalupe Hernández Vargas, explicó que los dos tipos de violencia, la cotidiana y la coyuntural, provocan las mismas reacciones que van del estrés a la desesperanza y generan problemas paralelos que impactan la convivencia social.
La diferencia es que en el primer caso, los daños avanzan de forma gradual, y en la segunda, las situaciones coyunturales provocan impactos que a veces son pasajeros, pero otras ocasiones son el inicio de problemas serios que pueden ir desde el estrés y la depresión a la desesperanza crónica, que a la vez pueden llevar a otros problemas como adicciones.
Tijuana es una ciudad violenta; el desordenado crecimiento urbano afecta tanto como la falta de señalamientos viales, que genera el estrés normal en una urbe, pero la crisis violenta que registra hace meses, ya manifiesta consecuencias.
Hay psicosis colectiva por el temor de resultar víctimas de hechos violentos. De encontrarse en “el lugar y momento equivocados”, como ha ocurrido con al menos siete personas, entre ellas un bebé de año y medio que murió al estrellarse el auto en que viajaba, cuando su padre intentaba huir de un enfrentamiento a balazos entre policías y presuntos delincuentes.
De acuerdo con el director de la Escuela de Psicología del
CETYS, al momento no se ha detectado un impacto por la ola violenta, pero los efectos podrían ser imperceptibles entre la población afectada con aumentos de estrés, tristeza, desesperanza y neurosis que no se relacionan con la situación actual.
Toque de queda
También podría haberse incrementado el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, pero difícilmente se relacionará con la situación actual, dijo Hernández.
La ola violenta preocupa tanto a la comunidad que, cansada de esperar que las autoridades le pongan un alto, ya propusieron un “toque de queda ciudadano”, que consiste en evitar salir a la calle si no es indispensable.
Integrantes del Consejo Médico Ciudadano lanzaron la propuesta que aunque no fue adoptada por la población total de Tijuana, pero sí provocó reacciones de apoyo.
Por otra parte, la muerte de siete personas inocentes en hechos violentos, en particular dos estudiantes, ocasionó una ola de psicosis. A través de blogs de periódicos, correos electrónicos y radio, hay advertencias sobre supuestas intenciones de ejecutar y secuestrar estudiantes.
Las expresiones utilizadas en esos mensajes muestran cómo la violencia ha influido en el lenguaje, pues en las últimas semanas han proliferado falsas llamadas de supuestos ataques armados o intentos de levantar estudiantes.
Aunque las autoridades han desmentido la veracidad de los rumores, no han podido alentar a la comunidad.
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