La muerte de Juan Camilo Mouriño y de José Luis Santiago Vasconcelos dejará una estela de dudas sobre si el avión en el cual viajaban se precipitó a tierra de manera accidental o fue objeto de sabotaje.
Las especulaciones van a superar a los rumores posteriores a aquel septiembre de 2005, cuando se estrelló el aparato en el cual viajaba Ramón Martín Huerta, el entonces secretario de Seguridad Pública Federal en pleno sexenio de Vicente Fox Quesada.
Pero el fatal accidente donde murieron Mouriño y Vasconcelos, además de otras víctimas, se registra en los peores meses cuando el gobierno federal enfrenta con todo al crimen organizado, éste último que ha sufrido capturas importantes de sus principales mandos.
El secretario de Gobernación en turno es el segundo hombre mas fuerte del gabinete presidencial, encargado de la seguridad nacional, y es precisamente la inseguridad en el país la que empeoró desde que Felipe Calderón Hinojosa asumió su cargo el primero de diciembre de 2006.
Desde la Secretaría de Gobernación se han tomado las decisiones para combatir al narcotráfico con toda la fuerza del Estado. Vaya, para ser más claros: si algún alto funcionario sería incómodo a cualquier grupo delictivo, ese precisamente era Mouriño.
Y qué decir de José Luis Santiago Vasconcelos, quien fue el zar antinarco de Vicente Fox cuando como titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada. Casi nada, fue cabeza de la SIEDO y uno de los principales asesores de Calderón en el mismo tema.
Para la Presidencia de la República, sobre todo para no infundir mayores temores a los mexicanos que ya no ven lo duro sino lo tupido en cuanto a inseguridad nacional, mucho mejor será no levantar olas de especulaciones sobre la causa que derribó el jet donde viajaban los funcionarios.
Sin embargo, seguramente el caso nunca quedará cerrado. Y, por otro lado, después de los sepelios, vendrán las pugnas dentro del gabinete de Calderón rumbo al aún lejano 2012, cuando el PAN perfile a su prospecto a la presidencia.
Un sueño que Mouriño tuvo cerca para hacerlo realidad.
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