La guerra por el chile jalapeño registró este viernes un condimentado intercambio de comunicados y reclamos entre los gobiernos de México y Estados Unidos, tras conocerse la decisión de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de vetar el consumo de los chiles mexicanos que han sido señalados como la principal fuente de contaminación de la salmonelosis que ha infectado a casi mil 300 personas en la Unión Americana.
“Ahora estamos seguros que vienen de México”, dijo hoy David Acheson, al confirmar que los inspectores de la FDA encontraron la cepa de la bacteria que causó la contaminación en un chile proveniente de México.
“Los productos cultivados localmente no han sido relacionados en lo absoluto con el brote”, dijo Acheson al determinar un virtual cierre de la frontera a los chiles mexicanos y salvar de la quema a los jalapeños que son cultivados en Estados Unidos.
La decisión de la FDA, que ha mantenido en capilla a miles de productores a lo largo de una compleja y tortuosa campaña de pesquisas contra el jitomate, el cilantro, la cebolla y los chiles mexicanos, ha sido aprovechada por distintos medios de comunicación para señalar a México como responsable de una epidemia que ha golpeado a 43 estados y para extender las sospechas hacia otros productos cultivados al sur del Río Bravo.
En medio de un ambiente de linchamiento contra los productos agrícolas mexicanos, el gobierno de México emitía hoy una nota de extrañamiento a través de su embajada en Washington:
“El anuncio que hizo la FDA este viernes sobre el presunto origen mexicano del brote de salmonela, asociado a los chiles jalapeños, es prematuro dado que la investigación a cargo de expertos tanto estadounidenses como mexicanos está inconclusa y no se cuenta con evidencia científica para sustentarlo”, dice el comunicado.
“El hecho de que la FDA no haya encontrado salmonela Saint Paul en las instalaciones del centro de distribución de McAllen, en el que primero identificó un producto infectado con esa cepa, no significa que esa bacteria no estuviera presente antes en la misma instalación y tampoco que la contaminación necesariamente se diera en México”, se añade en la nota distribuida por la embajada mexicana.
A pesar de que la FDA ha reconocido que no hay evidencias de que el chile jalapeño haya sido contaminado de origen en la granja o campo de cultivo en México y que es posible que la contaminación se hubiera producido en el centro de distribución de McAllen, la necesidad de encontrar un responsable –o chivo expiatorio–, y salvar la producción de granjas y empresas que viven en Estados Unidos del cultivo del jalapeño, ha hecho que todos los dedos acusadores apunten hacia México.
Ante este panorama, la embajada de México urgió a las autoridades sanitarias de Estados Unidos a “presentar cuanto antes evidencia científica que respalde cualesquiera de sus pronunciamientos públicos” y le pide al mismo tiempo “abstenerse de hacer cualquier otro comentario público que involucre productos mexicanos en este brote hasta que haya completado sus investigaciones con México”.
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