México, D.F./Nov. 29
Alfonso Jiménez deambula por las instalaciones de La Noria y del Estadio Azul siempre saludando, bromeando y conviviendo con quien se le pare en frente.
Muy pocos se imaginarían la gran responsabilidad que pesa sobre sus hombros, al ser más que el doctor que procura las costosas carreras de jugadores que valen miles o hasta millones de dólares, un amigo entrañable de futbolistas y directivos de La Máquina celeste.
“La responsabilidad es grande, sobre todo en un equipo como éste, con grandes jugadores y conformado por una excelente directiva que entiende las necesidades de sus futbolistas”, reconoce el encargado de los Servicios Médicos de Cruz Azul.
“Por eso, precisamente, estamos disponibles las 24 horas, pues nadie sabe cuándo puede surgir alguna lesión o se requieran nuestros servicios”, agrega quien considera su trabajo en Cruz Azul como “un sueño hecho realidad, porque comparto dos facetas que me fascinan: la de ser médico y parte de un equipo al que le voy desde hace años como hidalguense… y que todavía me paguen”.
Pero su labor no se la toma a la ligera, aunque cuenta con el apoyo de los directivos de La Máquina, quienes a su decir son gente de futbol consciente de que los jugadores requieren procesos de recuperación, aunque él haga hasta lo imposible porque se reintegren al plante lo más pronto posible.
Más presión, asegura, recibe de los jugadores, a quienes “aunque se molesten los retenemos ante cualquier lesión, porque son como los toreros, que no les importa arriesgar sus vidas con tal de mantenerse en el ruedo”.
De sus más de 21 años en Cruz Azul, afirma: “He tenido muchísimas y muy bonitas experiencias. Desde que asistí a mi primer entrenamiento ha sido todo un sueño, disputando campeonatos en todas las categorías y conociendo muchos lugares y a gente importante”.
Y agrega: “Los momentos más difíciles son las lesiones, quizá la mayor, la fractura de Andrade el 12 de mayo del año pasado, impresionante y que todos vimos”.
Emocionado, afirma: “He tenido la bendición de conocer y tener como amigos al mismísimo profesor Enrique Meza, a José Luis Trejo, Óscar “Conejo” Pérez, César “Chelito” Delgado, Joel Huiqui y muchos más… Aunque dicen que los amigos se cuentan con los dedos de los manos, a mí ni los de los pies me alcanzarían para numerarlos”.
Sobre cómo le gustaría ser recordado, indicó que “siempre como un buen médico y, sobre todo, como un mejor amigo que estuvo ahí en el momento en que se le requirió”.
Ocupándose de instrumentos a modo de distracción para que no le rueden las lágrimas, continuó: “Yo he luchado siempre por ser un mejor ser humano y, dentro de ello, creo que soy una persona que nació para servir, lo que vale más que cualquier cosa, más que cualquier retribución económica”.
Si cree que ya tiene su lugar asegurado en el cielo por su labor, indicó: “Eso espero… Tengo un compadre que es sacerdote y al que le pido que me eche la mano, porque he sido muy inquieto en esta vida y más que ganarme un lugar en el cielo sólo espero darle las gracias a Dios por haberme dado tanto en esta vida”.
Discussion about this post