Monterrey, N.L. / Diciembre 22.-
En los años 60s, la ciudad era diferente. Álvaro Obregón, alumno de la Escuela Simón de la Garza Melo, ubicada en Juárez y M.M. del Llano, en el pleno centro de la ciudad, recuerda que se podía recorrer largas cuadras sin problemas.
“Ahora nuestros hijos no quieren ni salir a la calle”, dice quien ahora luce pelón, como ahora se acostumbra. En aquellos tiempos, sus compañeros no lo dejarían en paz burlándose de su escasa cabellera.
“Es más cómodo para mí”, afirma Álvaro, quien con más de 50 ex compañeros tuvo una reunión en la antigua escuela regiomontana.
Tal vez la ciudad en la actualidad haya cambiado, con sus avenidas más amplias, su tráfico vehicular, pero la escuela parece ser la misma.
José Antonio Quiroga y Jaime Ballesteros se dieron a la tarea de localizar entre sus amigos cercanos a sus compañeros, además de realizar búsquedas por Internet.
“Quisimos juntarlos a todos y algunos hicieron el esfuerzo desde otras ciudades y países”, comenta Ballesteros.
Roger David Balandran, por ejemplo, llegó desde Bagdad (y trajo a regalar cigarros franceses y alemanes), mientras que Alejandro González lo hizo de Buenos Aires y Julio Peña de Corpus Christy.
La reunión inició comiendo unos tacos al vapor de la Rosa Náutica, para después dirigirse a la Iglesia del Perpetuo Socorro donde se ofreció una breve reflexión de la reunión.
La exdirectora Elisa Elizondo llevó un mensaje preparado y lo leyó ante los asistentes, destacando el buen espíritu de convivencia que prevalece entre todos.
Después los asistentes acudieron a la escuela, que luce sin grandes cambios desde hace 40 años.
El grupo de compañeros acudió al auditorio de la escuela, donde Alfredo del Real, exalumno, dirigió el juramento a la Bandera, que de memoria se acostumbraba pronunciar en cada asamblea escolar.
Después uno a uno de los asistentes recordó una anécdota el nombre las maestras con las que cursó la primaria.
“Lo que veo es que somos un grupo muy homogéneo, creo que lo importante es que nos enseñaron valores que son los que supimos aplicar en la actualidad”, dijo Luis Benito Elizondo, exalumno de la generación.
Con aplausos a los participantes, no faltó quien recordara las travesuras realizadas.
“En una ocasión la maestra María de los Ángeles me sacó estirándome las patillas”, dijo Álvaro Obregón, provocando risas entre los asistentes.
“Pero no se acuerdan de otras cosas, recuerden que fueron un grupo que sacó los mejores lugares a nivel nacional”, replicó la maestra, quien afirmó que las reuniones de exalumnos de la primaria no son comunes, lo que demuestra la buena unión entre los asistentes.
Jaime Ballesteros dijo que esperaban tener reuniones de una o dos veces al año, para no perder el contacto entre los amigos.
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