El fascismo fue un movimiento político totalitario que tuvo sus orígenes en la Italia de Benito Mussolini. En el régimen fascista el control es absoluto bajo la tutela de un partido político dominante o un líder autoritario (ejemplos: monarquías, imperios, camisas negras de Mussolini, etc).
En nuestro país se instauró todo el siglo 20 una especie de fascismo retrógrada, disfrazado de un régimen democrático electo cada seis años por la vía directa electoral.
Nada más lejos de la realidad, eran los tiempos de dominio absoluto, sin contrapesos, de una corriente política tan dominante que capturó al estado mexicano de manera totalitaria. (PRI).
Pará lograrlo utilizaba herramientas como la persecución, la represión, la violencia en contra de los opositores. De esas prácticas antidemocráticas del viejo régimen mexicano surgieron las organizaciones sindicales que aglutinaban a la clase trabajadora del país, cosa relevante, el problema surgió cuando emergieron liderazgos primitivos que tomaron por asalto a las organizaciones sindicales en cita, convirtiendo a los sindicatos en auténticos botines de guerra, en auténticos instrumentos de riqueza mal habida, robada de manera ilegal y arbitraria, en complicidad con el régimen presidencial totalitario de la época.
Hoy día, el país es gobernado por una corriente progresista de izquierda, que postula una doctrina política defensora de los intereses y aspiraciones del pueblo para conseguir su libertad, en este caso sindical.
El caso particular de Carlos Romero Deschamps ilustra perfectamente bien los reductos de un fascismo a “la mexicana” totalitario, disfuncional, cínico, que postró al sindicato petrolero en la infamia, robo, saqueando los recursos de la nación a través de la organización sindical de manera grosera e impune; esto es el mejor ejemplo de las concertacesiones que aún existen en el régimen político mexicano.
Pero Romero está jubilado de Pemex, en lugar de estar en la cárcel, porque de que es un delincuente y cínico ladrón, no hay duda alguna, para los mexicanos es un “delincuente confeso!!!.
El jefe del estado Andrés Manuel López obrador tiene la oportunidad de reconstruir el modelo en el que opera lo que queda del sindicato petrolero, él como titular de la administración pública federal tutela el contrato colectivo de trabajo a través de la dirección de Pemex, donde se encuentra su empleado Octavio Romero Oropeza.
Como jefe del estado mexicano, AMLO tiene la obligación de hacer valer el contenido del EL T-MEC (el nuevo acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá) DEL TEMEC, donde quedó plasmado que se firmaba con la condición de que en México se terminarán los cacicazgos sindicales, que son sinónimo de impunidad y de corrupción, que se aterrizará la democracia, sindical (voto libre, electrónico, etc).
En el presidente está la decisión de generar las condiciones al interior del STPRM para lograr su anhelada democratización.
La vida interna del sindicato petrolero no se concibe sin la intervención del titular de la administración pública federal (Andrés Manuel López Obrador), en él está la facultad incluso de dejar sin efecto el Contrato Colectivo de Trabajo por no darse las condiciones de democracia interna, de no respetar derechos laborales de los trabajadores, de imposiciones al arbitrio de la autonomía sindical, el mismo estatuto general que rige a la organización sindical es inconstitucional porque contraviene disposiciones elementales del pacto Federal. (Constitución Federal).
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a petición formal del Presidente de la República puede declarar su inconstitucionalidad!!!.