Si completas la frase y sabes quien la dijo, seguro te toca refuerzo de vacuna…
El crecimiento de las ciencias del deporte cada vez pone más y más atención en la importancia del desarrollo mental como indispensable para alcanzar niveles de élite. Si se pone atención a los videos grabados en vestidores universitarios y profesionales, seguramente se alcanzará a leer alguna frase motivacional que busca potencializar el carácter de los jugadores para acompañar su esfuerzo atlético.
Hoy, no pocos deportistas preparan sus mentes con la misma intensidad con la que preparan sus cuerpos. Cada vez son mas visibles los llamados coaches de vida que asesoran a los atletas para cambiar, mejorar o consolidar actitudes, valores y visiones con la intención de adquirir fuerza, temple y actitud ganadora. A reserva de resultados, uno de los ejemplos mas reconocidos es el de Javier Hernández y su coach Diego Dreyfus.
Es indudable que la actitud mental es estratégica en la vida de cualquier persona, haga o no deporte de alto rendimiento. Conceptos como el “mejorismo”, o el ser mejor en lo que sea que se esté construyendo, o la Programación Neurolingüistica han creado una industria que lo mismo vende libretas con mensajes alentadores, ofrece cursos que prometen la felicidad, o inunda las redes sociales con ilustraciones o fotografías acompañadas de frases que invitan a vencer el miedo al fracaso y ser el arquitecto de su propio destino.
En esta cultura de la mejora, la felicidad y el positivismo, hay algo que no termino de entender del todo: porque lo equipos profesionales, al menos en Mexico, no le ponen tanta atención a preparar mentalmente a sus jugadores para que se eviten excesos y actitudes extra cancha que a la larga terminan por afectar sus potenciales, rendimientos y carreras?
“El que nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver”, dice un refrán que aprendí de mi madre hace muchos años. Y si, esa “locura” puede llevar a gastarse un millón de dólares en un día como lo hizo el basquetbolista Shaquille O´Neal cuando aún ni siquiera estaba oficialmente contratado para jugar NBA, o a terminar en la cárcel como ha sucedido con deportistas que, incapaces de controlar su consumo de alcohol, destrozan vehículos lujosos y acaban con vidas propias y ajenas.
Es cierto, todos tenemos el albedrío, o la libertad de elegir lo que consideremos sea lo mejor; ese nadie lo puede ni debe restringir o limitar, pero si se le puede re-educar para que las decisiones sean informadas, responsables y orientadas al progreso, desde un lugar en la tabla de posiciones hasta la relación familiar o laboral.
¿Que sería diferente si como parte de los entrenamientos diarios los jugadores tuvieran sesiones grupales e individuales obligatorias que los ayudaran a entender y aceptar que como figuras públicas tienen el deber moral de ser ejemplos positivos dentro y fuera de la cancha? Si ya los tienen, ¿porque no funcionan del todo?
¿Cuántos vecinos frecuentemente desvelados con corridos alterados y reguetón urbano además de esposas maltratadas o abusadas agradecerían ese coaching? ¿Cuántos desfiguros en redes sociales se evitarían si los deportistas invirtieran el mucho tiempo libre que tienen en prepararse intelectualmente para el futuro? ¿Qué tan lejos se llegaría en un Mundial? ¿Qué tan lejos llegaríamos como sociedad?
Imaginemos y hagamos pues, esas cosas fregonas, que bien se vale.
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@Najera13
Luis Horacio Nájera, periodista con 31 años de experiencia en coberturas deportivas y de investigación. Receptor de premios internacionales en Canadá y los Estados Unidos.