Don Francisco A. González convocó a junta en su oficina un día de octubre o noviembre de 1989 por la mañana. Recuerdo que acudieron, entre otros, Enrique Gómez Junco, entonces director comercial del Grupo Multimedios; Jorge Villegas, director editorial de El Diario de Monterrey; y Roberto Hernández Jr., empleado de la empresa y reconocido cronista de futbol de Televisa en los pasados mundiales.
Días antes, tembloroso, entregué a don Francisco un proyecto periodístico y comercial para que Multimedios radio, prensa escrita y televisión, se unieran por vez primera y estuvieran presentes en el Mundial de Italia 90, a donde México no asistiría, castigado por la FIFA al alinear jugadores “cachirules” en un torneo juvenil.
La verdad que Hernández Jr. imponía. Estaba por cumplir 25 años, cinco en el periodismo y con apenas un año de trabajar en El Diario de Monterrey.
Como jefe de la sección deportiva lo veía casi a diario en la vieja redacción de Garza Sada cuando llegaba a entregar su columna Futbol al Día que se publicaba en la sección, escrita en unas hojas tecleadas en máquina mecánica cuando ya se habían inventado las computadoras.
Mi interacción con el no pasaba de un “buenas tardes, ¿cómo está? Y si la plática daba oportunidad para una segunda pregunta era: ¿Quién cree que va a ganar este sábado?, en relación al partido que jugarían Tigres o Rayados en casa.
Era parco conmigo porque había ocupado el lugar de Mirthala Mireles, la exeditora de deportes que me antecedió, pero tenía buena relación con mi coeditora Diana Martínez, con quien compartía abiertas simpatías por los Tigres.
Cuando don Francisco le dio el visto bueno al proyecto de Italia 90, le pidió a su secretaria particular convocar a una junta al día siguiente para que los altos directivos supieran de mi voz, como lo dijo en la junta: “Un proyecto que ya autoricé”.
Por esos meses seguramente la necesidad de trascender, de seguir creciendo en el periodismo y, sobre todo, por la necesidad de batallar menos comprando pañales y leche me hicieron idear, encaminar y culminar uno de los mejores negocios que ha hecho Multimedios. Mi hija Andrea había nacido pocas semanas atrás -en septiembre de 1989-, y el sueldo que tenía era exactamente lo que nos habían advertido nuestros maestros de la universidad. Me propuse -pues la primera vez lo hice en El Porvenir de Monterrey- que se podía soñar en alcanzar metas.
De adolescente me gustaba el futbol y escuchaba las narraciones de Hernández Jr. en los juegos del campeonato mexicano y en los mundiales de futbol, a donde asistió como parte del equipo de Televisa.
En Argentina 78, en España 82, México 86 y en Italia 90, se ganó el privilegio de narrar el segundo tiempo de la final de las copas, desplazando a las entonces figuras del micrófono de Televisa como Ángel Fernández y Juan Dosal.
Y fue precisamente antes del Mundial en el país del espagueti y las pizzas cuando antepuso el orgullo y prefirió no involucrarse en un proyecto internacional el cual su patrón, don Francisco, había respaldado como pocas veces, o única en ese tiempo cuando El Diario de Monterrey era opacado por El Norte y El Porvenir.
Pero tenía a su favor, contrario a los otros dos rotativos, ser una empresa multimedia, y la orden desde arriba no daba espacios para contradecir al capitán del barco: unir radio, televisión y prensa escrita en torno a Italia 90.
En esos años don Francisco tenía una estrecha relación con Televisa y las puertas de la filial de Monterrey se abrieron para promover la cobertura especial, pero nunca en los programas que Hernández Jr. Conducía, como Futbol al Día.
Entrando enero de 1990, dos acreditaciones de la FIFA estaban aseguradas. Esa es otra historia donde agradecía en su momento a Raúl González Rodríguez, el marchista olímpico que había sido designado como director nacional del deporte por Carlos Salinas de Gortari, entonces presidente de México.
Multimedios tenía garantizada la cobertura del Mundial con un reportero -el autor de esta columna-, y el portero argentino Gustavo Moriconi de los Rayados del Monterrey, que asistió como analista.
Pero cuando el conductor de Futbol al Día supo que la empresa pagaría honorarios a Moriconi, exactamente tres mil dólares que me tocó negociar con el jugador, tomó la decisión de no apoyar la cobertura de Multimedios, ni antes, ni durante, ni después. En sus espacios de radio, prensa y televisión, Jiménez y Moriconi no existieron.
En ese tiempo y a mis 26 años de edad, seguramente con mucha inexperiencia, ignoraba el sueldo que Hernández Jr. tenía en la empresa y no me importaba saberlo; ni cuánto recibía de patrocinios en su programa en el Canal 12 y en radio. Y seguramente sus columnas eran, pensaba: “por amor al arte”, como se dice.
Antes del viaje a Roma con escala en Nueva York acudimos varias veces a Televisa a un programa que conducía en vivo Guillermo Martínez para hablar de la cobertura especial de Multimedios; el arquitecto Héctor Benavides nos abrió los micrófonos de la XAW y otros conductores como Ernesto Chavana y Paulino Guerrero nos recibieron en cabina de AM y FM. Pero nunca Hernández Jr.
Durante el Mundial de Futbol se publicó un suplemento especial donde aparecían los patrocinadores como Coca Cola y Bimbo, entre muchos otros, donde la única colaboración suya fue su columna. Un extra como una entrevista exclusiva a un jugador activo, a un histórico en retiro, jamás. Fue su decisión.
QEPD un gran cronista y comentarista de futbol que, como se escribió luego de su muerte: “Fue amado por muchos y odiado por otros”.
hhjimenez63@hotmail.com
Twitter: @hhjimenez
Periodista con 37 años en medios locales y nacionales. Editor y jefe de Deportes.
Enviado a dos Mundiales de Futbol: México 86 e Italia 90; coberturas de Fórmula 1, Juegos Panamericanos, Iberoamericanos de Atletismo, Golden League de Atletismo en Europa, Giro de Italia y el Calcio Italiano, entre otras.