Como la chata nariz de un boxeador como símbolo de su paso en este deporte, la maltratada frente de los luchadores es para ellos su grandeza en la lucha libre. Cicatrices sobre las cicatrices en la frente, manos y codos deformes y rodillas lastimadas, son las huellas que el deporte del pancracio ha dejado en las estrellas de este deporte.
“No es sangre”, “es pintura”, “son cápsulas con liquido rojo”, “no se pegan de a deveras”, “todo está arreglado y no les duelen la llaves”… esas son algunas de las expresiones que normalmente escuchamos de quienes solo han visto la lucha libre en programas de comedia y nunca han pisado una arena de verdad y menos en las primeras filas.
Hay un caso muy particular, ésta vez le voy a platicar de el gran luchador Arturo Díaz Mendoza, quizá no le parezca muy conocido, pero ese era el nombre verdadero del Villano Tercero acaecido el 21 de agosto del 2018.
Pantera Rosa como también se le conocía al tercero de los 5 hijos del legendario Ray Mendoza, pasó a la historia mundial de la lucha libre como uno de los gladiadores más lastimados físicamente en este deporte de las trompadas y patadas voladoras.
El rostro de Villano III fue puesto al descubierto por Atlantis un 17 de Marzo del 2000, en lo que para muchos, ha sido considerada la mejor lucha de máscara vs máscara de todos los tiempos e incluso ha sido comparada con el combate en los años 50´s de Santo vs, Black Shadow.
Viendo a detalle la cara de Villano Tercero a quien tuve el gusto de conocer e incluso de fabricarle algunas máscaras, no había un lugar en donde le faltara tener una cicatriz. En pocas palabras, era el vivo ejemplo de lo que se sufre en los cuadriláteros para alcanzar las gloria.
Y que me dicen de Don Pedro Aguayo Damián, el Perro Aguayo, donde en su frente lucía los estragos de sangrientos combates y que parecía presumir con orgullo. En una época, la presencia de sangre en los enlonados de México era parte del dramatismo que le daba a la lucha libre esa magia donde el orgullo y la grandeza se defendían precisamente así, con el mole a raudales.
Y ya que hablé de estos dos personajes Villano Tercero y Perro Aguayo, les contaré lo sucedido el en el desaparecido Toreo de Cuatro Caminos en Naucalpan de Juárez Estado de México, un 3 de mayo de 1987.
El Can de Nochistlán le dio la oportunidad al de rosa por el campeonato mundial de peso semicompleto jr. de la WWF, pero fue tanta la sangre que corrió en la cabeza del Perro Aguayo que el réferi decidió parar la batalla y declarar campeón al Rey Arturo Villano Tercero.
Justo cuando le entregaron la hermosa presea, un cinturón con una águila adornada con guirnaldas en la placa, éste dejó atónitos a todos y todas las presentes al tomar el fajín y tirarlo sobre la tarima. ¡Rechazó la victoria! argumentando que no deseaba ganar así ante el impedimento del perro para poder continuar por la excesiva pérdida de sangre y el combate se volvió a efectuar meses después cuando el de Zacatecas ya recuperado pudo enfrentarse y ahora si perder dignamente.
Para ser grande en la lucha libre hay que pagar con lágrimas, sudor y sangre… literalmente.